La temible imagen que proyectan las pendientes abruptas y verticales en sectores del borde costero es utilizada en esta obra para sugerir lo que se vive en la actualidad.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

“Ahora el mundo entero es un acantilado”, dramaturgia y dirección de Pilar Ronderos e Ítalo Gallardo (cia. La Laura Palmer), a través de voces grabadas, habla cómo la pandemia acentuó la crisis global de las sociedades.

Sin embargo, es posible que el confinamiento, durante la puesta en sonido del tema, una experiencia desconocida, dura y desgastante, haya influido para que los creadores detectaran una especie de efecto colateral a nivel más íntimo,

Con algo más: en su mirada final, esta coproducción trae a la superficie el universo sonoro del mundo interior e inasible que cada uno siente, además del entorno que habitan.

Sonoridades distintas que transportan las palabras, el lenguaje, las voces y los sonidos, junto con la participación de artistas de México, España y Perú.

Algunas afirmaciones

Los protagonistas son Lázaro, mexicano de Tijuana en contacto con Luisa, en Oaxaca; Daniel que habla desde Lima y Pablo que se conecta desde Sicilia (Italia).

Desde Santiago, los chilenos Ítalo y Pilar son los anfitriones que dan luz verde a esta caza internacional de ideas y sentimientos de valor documental.

Con la imagen fija de dos aves en caída libre, desmadejadas en un espacio infinito, comparan la incertidumbre y los altibajos de la vida diaria y artística con las experiencias convencionales.

(Las sonoridades de fondo y las voces sobrepuestas, subrayando o repitiendo, estarán siempre presentes: replican o se autonomizan en el proceso creativo).

Dos afirmaciones tiñen el ambiente que se irá creando: el amor como algo intrínseco del proceso al hacer la obra, mientras que la soledad y la tristeza como estados para sobrevivir.

Con una prevención: que todo lo que se dirá, será verdad… hasta cierto punto, ya que el pasado que se cuenta siempre será huidizo e inabarcable.

En este terreno y ambiente se moverá la propuesta sin una estrategia fija de narración, con libertad para ir por atajos, como aludir a las salas cerradas, dar lugar a las incertidumbres y a la sensación de estar en peligro real (como actores, en escena la simulan).

Lázaro es el primer extranjero que interviene y se pregunta si su voz ayudará a que imaginen su rostro; su pareja, Luisa, desde la lejana ruralidad menciona la soledad y se pregunta por la relación con la naturaleza.

Desde Sicilia, Pablo opone la obediencia extrema en España a las reglas para evitar el contagio, las que se saltan en la isla italiana. El peruano Daniel habla rápido, alude a las preguntas reiterativas que surgirán.

A su vez, las voces grabadas encienden la curiosidad y es motivo de reflexión sobre cómo suenan, si gustan o no, si son espejo del otro. No son las únicas incertezas y deseos que se asumen en el transcurso de este proceso creativo y en el resultado final.

En tanto, en planos primarios y secundarios, la sonoridad dibujará ruidos reconocibles, indeterminados, cotidianos y poco comunes (tormenta, olas en una costa, estallido social en Chile, el océano siempre presente).

Y otros curiosos, como las voces en francés de una película y otra sobrepuesta que traduce, que se enlaza con lo anterior: “Tengo un amante”, dice ella y agrega: “Lo olvidé, pero uno nunca olvida a quien ha amado”.

Las relaciones y amores de larga duración, el sentido y significado de tener hijos, la necesidad de trascender o no… dan paso a nuevas dudas y especulaciones sobre qué significan.

Reales y ficticias

Las voces, que poco a poco se convierten (o suenan) más apasionadas (sin gritos ni exabruptos), retoman la vida cotidiana, pero no como polo opuesto a la reflexión fina.

La idea de volver a Chile, luego de la revuelta, y encontrarse con otro país, toque de queda, murallas grises -repintadas para borrar el arte callejero- se complementan con recuperar las cosas propias guardadas en bodega y exclamar en sordina: “Me quiero ir de Chile”.

Realidad o ficción que en cierto momento se plasma en “ella, dice no, él no se atreve a irse solo” (otra voz: a nadie le interesa tu ideal) que los invitados perciben asociadas a su propias realidades.

Todo jalonado con episodios del hogar (salgo de la ducha o busco en mi cuaderno una gran idea que se me escapa; juicio a los 10 años de matrimonio con las arrugas que llegan y no se van) que se asocian a la idea de que siempre algo de uno se borra o se funde en otro, como raíces de plantas en un macetero.

También se entroniza el tema de la dependencia afectiva y física en contraposición con la autonomía que exige la sociedad pragmática (imagen para comparar: al gato no le importa cómo lo mire su dueño).

Destaca una vivencia en territorio ajeno. Horizonte, viento, cielo y polvo vio el interlocutor mexicano, impresionado por el Desierto de Atacama. Cuenta que en una noche sin luna, un viejo indio le dijo en su lengua que hay que taparse la cara con las dos manos para que lo que más se quiere no esté en peligro.

Con todo esto, de la propuesta se deduce que vivir en el acantilado podría ser algo salvaje, como diferente, según nos ven, lo contrario a lo que se quiere ser. Alguien concluye que la tentación del fracaso también es parecida a la sensación que provoca el acantilado.

Voces sin impostación, tal vez algo solemne, fuertes en su contenido, pero sencillas, son fundamentales para que esta propuesta experimental genere imágenes y deje que se escuchen, entiendan y sientan las palabras y los sonidos en su función esencial.

No es raro que, de vuelta en la bodega, la anfitriona vea sus cosas allí guardadas como objetos y testigos de toda su vida, aunque dude si le pertenecen.

Decide no llevarlos al nuevo hogar. Quema todo y durante unos segundos se tapa la cara con las palmas de ambas manos.

Ahora el mundo entero es un acantilado, GAM (c)

Ahora el mundo entero es un acantilado

Dirección y Dramaturgia: Pilar Ronderos e Ítalo Gallardo
Voces y textos: Luisa Pardo, Lázaro Rodríguez, Pablo Fidalgo, Daniel Amaru Silva, Pilar Ronderos e Ítalo Gallardo
Diseño Sonoro: Daniel Marabolí y Jorge Silva Producción General: Ítalo Gallardo
Producción asociada y residencia artística: José Carrasco
Coproducción: La Laura Palmer, Casa del Lago UNAM (México), Centro Cultural GAM (Chile) y Británico Cultural (Perú).

Gam
Sala Zoom.
Viernes y sábado, 21.00 horas.
Entrada libre + opción de aporte a los artistas.
18 de junio-3 de julio 2021.