En los últimos días han trascendido los graves conflictos internos que hay en el Museo Violeta Parra. Conflictos filtrados a medias voces que venían hace años, pero que se han acentuado en medio de las crisis que vive el país desde el 18 de octubre pasado.

Los problemas tienen muchas aristas, desde cómo mostrar la obra y el espíritu de Violeta Parra a cómo relacionarse con la ciudadanía y la contingencia (ambos aspectos muy importantes en la vida de la cantautora), pasando por una arquitectura poco adecuada.

A lo anterior se suma el hecho que el museo está a pocos metros del epicentro de las principales manifestaciones del Estallido Social y, entre el 7 y el 29 de febrero, sufrió tres incendios.

Por su parte, sobre este punto, Juan Pablo González, musicólogo e integrante del directorio del inmueble, sostuvo a Radio Bío Bío que “es algo tremendamente complejo”.

“Estar ubicado en el centro del ‘estallido social’ no nos ha favorecido, por toda la destrucción que se produjo. Yo entiendo la desazón de Isabel (Parra), que toda su vida veló por el Patrimonio de su madre, que entremedio tuvo un exilio, que tuvo que recopilar su obra dispersa por el mundo, sacarla de Chile y volverla a traer, y conseguir financiamiento. Ella tuvo el apoyo, se construyó el Museo”, agregó.

Pero esos conflictos han escalado y la tensión ha llegado a un punto de difícil retorno desde que se publicó una entrevista en Revista Sábado a Isabel Parra, hija de la cantautora y principal promotora del rescate, conservación y difusión de la obra de su madre y del mismo museo.

En esa entrevista, publicada el 20 de junio, Isabel sostiene que “hay personas que no están capacitadas para dirigir el Museo Violeta Parra” (en directa alusión a Cecilia García-Huidobro, directora actual, opinión que no es primera vez que expresa) y que “no vamos a reconstruir el museo por miles de razones (sic). La intención que nosotros tenemos como Fundación es seguir mostrando la creación de la Violeta, pero de otra manera”.

A la espera de una respuesta oficial por parte del inmiueble, Carmen Luisa Letelier Valdés, presidenta del directorio del Museo Violeta Parra, fue consultada por el diario La Tercera sobre el hecho de que Isabel Parra considere que el Museo no tiene “contacto con la calle” y que estaba desvinculado de la realidad chilena.

Carmen Luisa Letelier respondió: “Es mentira. Durante todos sus años hemos tenidos miles de actividades. Por supuesto que después de los hechos de fines del año pasado en Chile debimos comenzar a trabajar de otra manera, pero ahí fue cuando empezó todo nuestro trabajo a través de muestras online”,dijo.

“El museo está destruido después de los incendios, pero si usted se mete al sitio, hay 200 actividades que hacer. Pero mire; lo que quiero dejar en claro también es que yo entiendo a la Isabel, porque es una persona muy apasionada y también se trata de las obras de su mamá. Aún así, no nos debemos olvidar de que Violeta Parra es patrimonio de todos los chileno”, agregó.

Juan Pablo González reafirma lo anterior: “Como miembro del directorio debo recalcar que el Museo ha estado vinculado al pueblo de Chile. Es un museo preocupado del patrimonio popular. Ha sido un museo vivo, en contacto con la gente”.

“Pero tiene un marco institucional, cierta rigideces y yo entiendo que a Isabel esto ya le quedó grande, fue una cosa demasiado gigastesca y no era lo que ella quería. Siempre la peña, la carpa, siempre la familia ha estado actuando a un nivel un poco más que casi que es como tu hogar, que tú recibes a la gente en tu propia casa. Entonces esto del museo como que no calza con el espíritu Parra.”

Los problemas del Museo Violeta Parra son profundos, no sólo por tener una arquitectura poco funcional y en contradicción en muchos puntos con recomendaciones validadas a nivel internacional, sino porque, como afirma Juan Pablo González, no representa el espíritu de… Violeta Parra.

¿Cómo se entiende un museo que no representa el espíritu de lo que quiere mostrar, difundir, transmitir?

Este problema o dilema no tiene que ver con el profesionalismo ni la institucionalización, sino con pensar un proyecto acorde a lo que se quiere. Violeta Parra puede estar en un museo, pero no puede ser un museo. El museo puede ser una parte, pero ella transmitía vida, pasión y una necesidad imperiosa de contacto.

Más allá de rencillas o disputas personales, aquí se arrastran problemas de fondo que tienen relación con la esencia de Violeta Parra y cómo esta se transmite. Es un tema de respeto hacia ella y la cultura popular de Chile.

En ese sentido, Isabel Parra apunta en el sentido correcto al no querer reconstruir el museo como era.