El museo del Louvre en París ocultó recientemente el nombre de la familia Sackler, ricos mecenas estadounidenses cuyo laboratorio farmacéutico está acusado de ser el principal responsable de la crisis de opiáceos en Estados Unidos.

El miércoles, los carteles de varias salas dedicadas a las antigüedades orientales estaban recubiertos con cinta adhesiva para ocultar la mención “ala Sackler”, grabada en las placas, constató un periodista de la AFP.

Interrogado por la AFP, el museo no supo precisar desde cuándo estaban ocultos los nombres.

Esta sección del Louvre llevaba el nombre de la familia estadounidense desde que hicieron una donación en 1996.

A principios de julio, la asociación estadounidense PAIN (Pain Addiction Intervention Now) organizó una manifestación delante del museo para reclamar el cambio de nombre del ala en cuestión.

Esta organización milita para incitar a las instituciones culturales a distanciarse de la familia Sackler debido a su papel en la crisis de los opiáceos, que ha dejado decenas de miles de muertos en Estados Unidos.

El presidente del Louvre, Jean-Luc Martinez, dijo el martes en la emisora de radio RTL que el museo “no cambió el nombre de estas salas porque ya no llevaban el nombre de Sackler”. Según las normas internas de la institución, estos “nombres” de salas duran “20 años” como máximo, explicó. Así, el nombre “Sackler” no tendría que estar asociado al museo desde 2016.

Estos últimos meses, la National Portrait Gallery, la Tate Gallery de Londres, el Metropolitan Museum o el Guggenheim de Nueva York renunciaron a las donaciones de Sackler a raíz de esta polémica.

El laboratorio de esta familia, Purdue Pharma, está acusado de haber incitado al cuerpo médico a recetar su medicamento más importante, aunque conocía sus efectos adictivos, que contribuyeron a la dependencia de los estadounidenses a los opiáceos.

Esto llevó a los consumidores a buscar drogas más fuertes, como el fentanilo y la heroína.