¿Qué miradas, concepciones e intereses se enfrentaron en este hecho? La necesidad de pertenencia, el consumismo, la falta de políticas de ciudad, los vecinos (sobrepasados por el comercio callejero y usuarios), el resguardo del patrimonio, qué es arte, entre otros muchos.

Identidad, pertenencia

Por un lado, está la necesidad de pertenencia, de sentirse parte de un territorio o de identificarse con algunos lugares (como habitantes, visitantes o turistas). Y es cierto, nuestras ciudades no presentan muchos lugares con identidad local que sean atractivos. Cuesta encontrar “postales” que sean representativas de nuestras identidades locales. Lo anterior en una época donde por redes sociales pareciera que el mundo está hecho de postales que se consumen a un ritmo creciente.

https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/region-metropolitana/2019/06/18/critican-eliminacion-de-iconico-mural-de-barrio-lastarria-municipio-capitalino-explico-las-razones.shtml

Nuestras ciudades están faltas de “cariño”, de lugares cuidados donde se vea “humanidad”, detalles que los hagan únicos. Que conmuevan y hagan que sus habitantes se sientan identificados en ellos.

En este sentido, el mural borrado cumplía -en parte- ese rol. Era un lugar donde miles de personas se sacaron fotos, muchas de las cuales compartieron en redes sociales.

Antes de tomar partido, de apoyar o rechazar el que se borrara el mural, se deben considerar las reacciones -aunque sea de un grupo limitado de quienes usan redes- como un síntoma importante, una señal de necesidades que no se están satisfaciendo.

Consumismo

Lo anterior, sin embargo, tiene otra cara: la necesidad de consumir y consumir imágenes, de exponerse y volver a exponerse de muchas personas en redes, para lo cual necesitan grandes caudales de imágenes sin importar mucho su contenido ni su calidad. Porque es tal el volumen, que en definitiva no importan mucho, sólo que parezcan “bellas” (esa obsesión de mostrar vidas felices y hermosas en redes).

El primer punto (identidad, pertenencia) no debe caer en el consumismo o en la “perversión” a la que muchas veces lleva el turismo: ser y hacer lo que los turistas y los consumidores (consumistas) quieren, transformándonos en lo que ellos quieren que seamos. Así, el mundo se puede transformar en malas representaciones de lo que, caricaturizando, Hollywood ha inventado de nosotros.

Mural, ¿arte efímero o arte de memoria?

Chile tiene una larga tradición de murales callejeros, varios de ellos realizados por importantes artistas como Roberto Matta, Roser Bru, José Balmes, Eduardo Vilches o el mítico “Mono” González. Todos ellos trabajaron con materiales y técnicas que los hacían perecibles, efímeros. Es parte de las reglas.

En algunas comunas se han hecho programas y circuitos de murales, siendo muy destacado lo que desde hace décadas sucede en Valparaíso (a pesar de sus múltiple problemas), por poner un sólo ejemplo. Esas prácticas han incidido en que tengamos muralistas urbanos de gran calidad.

En el Barrio Lastarria–Bellas Artes se han hecho varios murales, los cuales han ido cambiando (sin polémicas de por medio). Están los de la salida del Metro Bellas Artes, por ejemplo. Son efímeros. Son memoria y vivencias cambiantes, mutantes, vivas.

Lo anterior implica tener un programa, una política para mantener murales que se van renovando. Y eso, claro, en la comuna de Santiago no existe.

¿Patrimonio o mural?

Esta pregunta no debiera llegar a hacerse, y si se hace es porque hubo una mala decisión previa. El edificio en el que se pintó el mural es buena arquitectura moderna en un barrio patrimonial. En este sentido, no se debió permitir que se hiciera sobre él un mural que atentaba contra sus valores. El error del Consejo de Monumentos Nacionales fue autorizar el mural, no obligar a que fuera borrado. Ese mural debió hacerse en otro lugar. En especial habiendo muchos muros disponibles que no hubiesen generado ningún problema…

Un tema que viene a complicar o enriquecer el debate es el contenido mismo del mural. En un barrio con tradición, con una rica historia, se hizo un mural que no aludía al lugar, a su memoria, a sus tradiciones. Recreaba algún lugar de… ¿Francia o de Inglaterra? No hubo en la propuesta una investigación acabada sobre el lugar.

Finalmente, uno debiera preguntarse qué aporta a la ciudad un mural, una intervención. Es verdad, necesitamos lugares “bonitos”… Se debe hacer el esfuerzo de aportar algo que enriquezca en identidad, en arraigo, en mirarnos, en cuestionarnos y reconocernos.

Mi opinión es que debe haber políticas claras para los espacios públicos con participación de los vecinos, usuarios (no es posible que sólo los vecinos del Parque Forestal, por ejemplo, definan qué hacer con él si claramente los usurios de éste los superan ampliamente) y especialistas. Políticas sustentables que sean a mediano plazo, que hagan compatible lo de mediano y largo plazo con lo efímero, con los eventos, fiestas, etc. Algunas veces, por el atractivo de algunos eventos y la falta de políticas, se pierden algunos parámetros básicos. Y aprender a tener diálogos y discusiones democráticas donde podamos exponer nuestros diversos puntos de vista sabiendo que no siempre tendremos razón, lograremos convencer a los demás o que, simplemente, “perderemos”.

Nos falta mucho.