Por Pelagia Rodríguez*

Les cuento lo que nos ha pasado: estamos más que contentos y agradecidos. El martes 12 de junio, finalmente y luego de un largo camino, se ha declarado Monumento Nacional en categoría de Monumento Histórico, el mural del paso bajo nivel de Santa Lucía.

Si, ese mural que hoy casi no se distingue tras los rayados y pinturas, ese que se esconde tras una suciedad pegada día tras día sin recibir cuidado alguno, ese que es parte del paso bajo nivel que desagua el centro de Santiago hacia el sur por Diagonal Paraguay y Carmen, tan bien hecho que nunca, nunca que yo recuerde se ha tapado con una lluvia.

Esta es una historia que parte en 1970 cuando con orgullo, se entrega a la ciudad de Santiago esta obra de arte público, ganada en un relevante concurso CORMU, por los artistas Martínez Bonati, Ortuzar y Vial.

Eran jóvenes y sin embargo ya alcanzaban niveles internacionales como artistas, eran jóvenes y ya pensaban en grande, por ejemplo en integrar el arte a la ciudad y a sus espacios públicos, eran jóvenes, tenían ideales y dejaron un legado en una ciudad que recibió esta obra como un artefacto de tiempos modernos que incluía el movimiento, de un tiempo en que el arte cinético era ya una tendencia. En los primeros meses de ese año se promulgó la Ley de Monumentos Nacionales (Ley 17.288) y a nadie se le ocurrió incorporarla al patrimonio nacional y como era un bien nacional de uso público quedó en un curioso vacío legal.

Quién iba a imaginar la fractura que viviría nuestro país tres años después, cuando en el 73 cambió nuestra vida y nuestra ciudad para siempre. Esta obra quedó silenciosa acompañando los días y las noches de los santiaguinos.

Pasó el tiempo y ese vacío legal fue afectando paso a paso el estado material del mural, ya que ninguna entidad se consideraba encargada de mantenerlo, cuidarlo y algo más doméstico aun, de simplemente limpiar estos muros revestidos de mosaico.

Bonati-Restauración Mural Santa Lucía from poesiaurbana on Vimeo.

El año 2004, cuando el mural presentaba un estado lamentable, algunas voces comenzaron a surgir débilmente, a hablar de descuido, de abandono, a tocar las puertas de la Municipalidad de Santiago. Sin embargo eran tragadas por el tremendo ruido que ya existía con los problemas de la ciudad.

En 2012, unos cuantos nos sumamos a la idea de recuperar este mural, sin embargo éramos pocos y nuestras voces todavía no eran tomadas en cuenta.

El 2013, la alcaldía de la época anuncia la construcción de una explanada, la primera señal de alerta. El proyecto proponía destruir buena parte del mural, y de concretarse perdería sentido.

En 2015 formamos un equipo y en 2016 ingresamos una solicitud al Consejo de Monumentos Nacionales para declarar esta obra como Monumento Nacional, viendo que este sería el camino más efectivo para proteger este mural.

Esto fue como una bola de nieve: Hay cosas que finalmente nos hacen reaccionar, al parecer todavía hay situaciones que nos hacen sentir vivos. En enero de 2019, conseguimos más de 1.000 firmas de apoyo para nuestra declaratoria puesto que no teníamos respuesta del Consejo.

En marzo de este año no ocurría nada nuevo con nuestra solicitud y nos pusimos muy activos, un año más empezaba y no lográbamos nuestro objetivo. De pronto todo se disparó, el Consejo comenzó a poner en tabla nuestra solicitud y la Municipalidad de Santiago subió al portal de compras públicas la licitación de obras de la explanada.

Estábamos desamparados, no habíamos logrado que el mural quedara protegido por las leyes que tenemos, fue devastador. Ahí fue cuando de una manera notable comenzaron a sumarse por todas partes voces de apoyo, como una carta firmada por varias personalidades, incluyendo varios Premios Nacionales y empezó una carrera contra el tiempo.

Finalmente, el martes pasado terminó una parte de esta carrera: Por unanimidad el Consejo de Monumentos Nacionales ha tomado la decisión de declarar el Mural del paso bajo nivel de Santa Lucía como Monumento Nacional.

Estamos dichosos porque no se trata sólo de un mural, se trata de la manera en que queremos construir nuestra ciudad, se trata de una manera de cuidar lo que nos ha costado esfuerzo, se trata de nuestras identidades colectivas que nos permiten reconocerlos como sociedad, cuidarnos, querernos y respetarnos mutuamente, se trata de que no queremos poco para lo nuestro, queremos mucho, no nos contentamos con avances, queremos el mejor aporte, no nos bastan las inversiones, queremos utilizar los recursos en los mejores proyectos y queremos construir sin destruir.

Ahora comienza una nueva etapa, ahora empieza un nuevo desafío, recuperar el mural, esto no significa solamente su restauración, tenemos que construir en nuestra sociedad un espacio para que esta obra respire y brille, un lugar en nuestro mundo interior en el que esta obra sea valorada y respetada, un tiempo para que este monumento sea algo grandioso que nos ha pasado, para quererlo cuidarlo y sentirnos orgullosos de lo que tenemos.

Pelagia Rodríguez
Arquitecto U. Chile