“Dos culturas no pueden vivir en una misma nación”: así de tajante y definitiva es la afirmación que esta obra subraya cuando tres personas son convocadas por el Estado chileno para (re) escribir la “verdad histórica” sobre el pueblo mapuche.

Leopoldo Pulgar Ibarra

Posición negacionista que en boca de un historiador profesional implica desconocer el valor del pueblo originario en nuestro país, e incluso su existencia.

Una propuesta que se sustenta en una paradoja pues, a través de frases de ese tipo, el dramaturgo Nicolás Cancino-Said dibuja el punto de vista que enriquece y dinamiza este montaje.

En realidad, lo que dice el historiador alude a una visión semi escondida en la sociedad chilena que la obra subraya y refuta, ya que implica someterse a la cultura predominante como única forma de subsistencia.

A través de esta dialéctica se cuestiona una historia oficial que, a través del sistema educativo, todavía se siguen inyectando ciertos contenidos despreciativos hacia lo mapuche, bajo la piel cultural de los chilenos.

“Hipodérmica…” es una obra de Valparaíso de la cia. El Astillero Teatro, que dirige Gabriel Contreras, y de Teatro V Producciones.

Pie forzado

A mediados de los 90 el autor sitúa este relato escénico, sugiriendo un período durante el cual los chilenos todavía tenían expectativas, luego del retorno a la democracia.

Tal vez por eso resalta con mayor fuerza y confusión que sea el Estado el organismo que en la obra solicite evacuar una “verdad arqueológica” que ignore la lucha mapuche por recuperar la tierra y la autodeterminación.

El autor propone también un pie forzado que activa el accionar del elenco: que la supuesta verdad sea lograda por unanimidad.

Y ocurre lo contrario: cuando el historiador y los dos profesores del ramo discuten la historia oficial, ésta asoma como una inyección de prejuicios, distorsiones y falsedades que se inocula hipodérmicamente.

Por eso uno de ellos contrapone una dura resistencia al análisis sobre pasado y presente, actitud que también abarca la cosmovisión mapuche.

El espectador, en tanto, se conecta con un espacio escenográfico (diseño de los actores Diego Guzmán y Diego Rivera) que alude al menos a dos ámbitos culturales: una mesa huinca de conversación que se trizará con cierta violencia y, a sus espaldas, una ruca construida con cañas que parecen sugerir un laberinto como camino en un difícil proceso de desarrollo.

Hipodérmica, foto de Moisés Olguín (c)
Hipodérmica, foto de Moisés Olguín (c)

Todo esto ayuda a introducir una aguda crítica a la estructura estatal y social que busca domesticar al pueblo indígena e incluirlo como parte sumergida y anónima en la sociedad chilena.

Alternativa que se plantea como consecuencia de la “pacificación” ejercida por el Estado (guerra inconclusa) y sometimiento a una cultura mayoritaria, desconociendo y/o renunciando a las particularidades como pueblo y nación.

A través de este relato que se mueve entre realidad y ficción, el montaje dota de un ambiente penumbroso las discusiones históricas actuales y pretéritas, utilizando también símbolos que resuenan en la actualidad.

Racismo, clasismo, manipulación de los medios, textos escolares con veneno ideológico y, en especial, la pasividad cómplice de la ciudadanía.

Hipodérmica, foto de Darío Vargas (c)
Hipodérmica, foto de Darío Vargas (c)

Hipodérmica: la otra historia

Dramaturgia: Nicolás Cancino-Said
Dirección: Gabriel Contreras
Compañía El Astillero Teatro
Gam
Alameda 227.
Miércoles a sábado, 21.00 horas (menos 1 de mayo).
Entrada general $ 5.000; estudiantes y tercera edad $ 3.000. Hasta 4 de mayo.