En pleno Siglo XXI, parece extraño pensar que existe censura o intervencionismo en Chile, más aún en el mundo de la cultura. Sin embargo, si hacemos un pequeño ejercicio a través de un buscador, aparecen algunos resultados bastante sorprendentes.

Por Dr. Pablo Andrade Blanco

Docente
Departamento Historia – Mención Gestión Sociocultural
Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad de Santiago de Chile.

“Serie televisión chilena no transmitida en televisión abierta / muestra de arte en Argentina es intervenida en sus contenidos”, la lista continúa y se extiende a otros países de habla hispana.

¿Qué sentido tiene todo esto? ¿qué se considera peligroso? ¿a qué se le teme?
No se trata ya de las salas lúgubres, tan presentes en nuestro imaginario, donde los funcionarios de la dictadura (muchos de ellos reconvertidos en demócratas) definían qué y cómo contar nuestra historia. Sabemos que hoy, por lo contrario, esto ocurre a plena luz, a vista y paciencia de todos, mientras muchos medios y gremios ni siquiera reparan en la complicidad de su silencio en estos procesos de censura o intervencionismo.

Fotografía de Catálogo Fraternidad
Fotografía de Catálogo Fraternidad

Continúo este breve texto en primera persona porque en mi experiencia reciente, no puedo dejar de pensar en lo ocurrido en el Museo Histórico Nacional. No me refiero sólo al controversial cierre de la muestra “Hijos de la Libertad” (donde una imagen del dictador Pinochet motivó más aspavientos que reflexión), sino a las otras dos exhibiciones que la continuaban: “Fraternidad” e “Igualdad”. Estas muestras estaban programadas para julio y noviembre este año, respectivamente. Sin embargo, a pesar de que la muestra “Fraternidad” fue publicitada en un reportaje donde se mostraban algunos de los objetos que serían exhibidos, poco o nada supimos de ella y de su compañera “Igualdad.

El avance del trabajo lo conozco bien, pues participé en parte de su investigación, y hace algunos meses tuve acceso al catálogo de la muestra que, si bien fue impreso, no vio la luz. Una figura revestida de validez institucional, quizá un comité asesor de museos o sencillamente alguien que se arroga así mismo el título de gran Prabhu del Patrimonio, decidió que la muestra no debía realizarse. ¿Qué incomodidad generó esta muestra cuyos conceptos centrales eran beneficencia, solidaridad, hermandad, sororidad? Conceptos que se materializaban a través de objetos de la iglesia, pinturas, uniformes scout, un afiche de solidaridad con Cuba y una arpillera de una agrupación de mujeres en apoyo al aborto en tres causales. Al parecer estos dos últimos objetos generaron cierto escozor en las autoridades e impidieron el montaje.

Me parece prudente indicarles a quienes hayan tomado estas decisiones, que hace ya varios años se habla de patrimonio incómodo o negativo. En este sentido, les recomiendo revisar los trabajos de L. Prats y F. Vilches, que hacen referencia justamente a las consideraciones de incomodidad que debemos tomar en cuenta en la configuración del patrimonio contemporáneo, para no reproducir únicamente el paradigma moderno de selección positiva, sin conflictos y homogéneo de un pasado idealizado.

Finalmente, la muestra “Igualdad” solo alcanzó su proceso de investigación y definición de ejes temáticos vinculados a género, clase y etnia. Frente a todo lo ocurrido en distintas instancias y en el Museo Histórico Nacional en particular, y a la reacción que se ha tenido, no puedo dejar de pensar en el poema de Carlos Pezoa “Nada”: “Una paletada le echó el panteonero; luego lio un cigarro, se caló el sombrero y emprendió la vuelta… Tras la paletada, nadie dijo nada, nadie dijo nada”