El nuevo largometraje de Che Sandoval (José Manuel Sandoval, Santiago, 1985), que se estrena en salas este jueves 15 de noviembre, se suma a Te creís la más linda (pero erís la más puta), de 2009, y Soy mucho mejor que voh, de 2013.

Dry Martina tiene una potente y compleja construcción de los dos personajes femeninos centrales (¿influencia de María José Viera-Gallo en el guión?).

Por un lado, Martina (Antonella Costa), una cantante argentina que tuvo cierto éxito hace unos años y que ya está bien entrada en los 30, tiene a su padre en coma hace un año y su madre ya falleció. Está tratando de volver a los escenarios. Luego de un prematuro despertar sexual y de tener muchas relaciones, la ruptura con su última pareja (relación de dos años), la dejó “seca”. Sin deseos sexuales.

Por el otro lado, Fran (Geraldine Neary) es una chilena obsesionada con la idea de ser hermana, por parte de su padre escritor, de Martina. Para ello se basa en una fotografía -de su padre (Patricio Contreras) con Martina niña y su madre a fines de los 80- y un libro de éste, donde muchas situaciones y fechas calzarían. Para ello viaja a Buenos Aires con su “pololo”, que quiere ver un partido de fútbol de la selección chilena, para encontrar a Martina (de quién es fans) y hacer una prueba de ADN.

En el fracasado encuentro inicial, Martina se enamora -o se “calienta”- de César (Pedro Campos), el pololo de Fran. Su frigidez termina, va a buscar a César a la salida del estadio…

César regresa a Chile, Martina lo viene a buscar y la historia continúa y se complejiza mostrando a mujeres (Martina y Fran) aproblemadas (Fran con varios intentos de suicidio) pero con ganas, deseos, desenfrenos. Vemos mujeres que se “juegan”, arriesgan, buscan.

En la otra acera, los personajes masculinos parecen simples, simplones más bien, básicos, planos, elementales. Buenos (buena persona, buen amante, buen cocinero, buen “manager”), pero poco más.

Dry Martina es una película que pareciera ser “femenina” (prefiero que lo digan, o lo ratifiquen mujeres) que muestra, sin prejuicios, sin juzgar, pasiones, contradicciones, miedos, frustraciones.

Una cinta que muestra los cambios potentes que están sucediendo en nuestras sociedades como algunas diferencias culturales a ambos lados de la cordillera. Por otro lado, vale destacar la música del filme, a cargo de Gabriel Chwojnik.

Dry Martina es uno de los buenos estrenos chilenos de un año que ha sido prolífico en largometrajes de ficción chilenos de muy buena calidad (por mencionar algunos: Rey, de Niles Atallah; Los perros, de MArcela Said; Y de pronto el amanecer, de Silvio Caiozzi; La telenovela errante, cinta póstuma de Raúl Ruiz; y Trastornos del sueño, de Sofía PAloma Gómez y Camilo Becerra).

Dry Martina
Afiche de “Dry Martina”.