Perkin es una película que tiene lados complejos para estos tiempos de reivindicaciones feministas y con un director cuestionado por actitudes abusivas.

https://www.biobiochile.cl/noticias/espectaculos-y-tv/tv/2018/05/01/roberto-farias-rompe-el-silencio-y-se-refiere-a-acusacion-sobre-acoso-sexual.shtml

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El actor (Cirqo, El club, Violeta se fue para los cielos) entrega su tercera película como director (Quiero entrar, Baretta): la historia de el “Muñeca”, un oficinista que ha recibido una gratificación y sale a celebrar con sus amigos del centro de Santiago, sector donde trabaja. En ese recorrido afloran frustraciones y rabias, los desengaños y las dificultades emocionales, el gusto por el alcohol y las drogas y la falta de compromisos, de sentido de vida.

https://www.youtube.com/watch?v=Zd9zmcGAW2s

Así, el “Muñeca” se junta con el “Lauchita”, “Don Bigote”, el “Pirulato” (una especie de camarero, controlador en el acceso de una boite que parece más un observador que casi no interviene) y tres mujeres de “dudosa reputación”, con relaciones confusas, entre amorosas y comerciales.

En esta jornada de larga juerga se van cruzando con un ex-agente de seguridad de la Dictadura, con un par de colocolinos lanzas de poca monta, un homosexual entrado en edad (Alejandro Trejo) y una pareja gay apadrinada por el anterior, por mencionar sólo algunos de los integrantes de este verdadero zoológico humano marginal de centro capitalino.

Un zoológico paralelo, resentido, con rabia, precario, con serias dificultades afectivas y donde hay mucha precariedad (económica, laboral, emocional).

Perkin es una cinta donde abunda el lenguaje soez -bien usado-, el alcohol y las drogas, lo sórdido (hay un personaje que repite hasta el cansancio: “quieres culiar conmigo”).

El aporte de Perkin es el mostrar este mundo paralelo -uno de tantos- que sobrevive, ese de amistades hechas para sobrevivir, de cuartos sin ventanas alquilados para vivir, de fracasos ineludibles basados en excusas poco creíbles.

En contra, una historia sin desarrollo (como la vida de sus protagonistas) y una mirada de mundo que, en estos días de reivindicaciones feministas, parece en extinción: machista, muy “Toby” (Sebastián Layseca -el muñeca-, Willy Benítez -Bigote-, Aldo Labarra, Eduardo Sepúlveda, Alejandro Trejo, Daniel Alcaíno, Marcelo Alonso,Berta Lasala, Claudia Hidalgo y Pilar Zderich). Y el final, más Toby. El reflejo de un grupo de hombres machistas, inmaduros, básicos, frustrados, sin futuro.

Punto aparte: es una película de amigos (los amigos de Roberto Farías) y con precariedades que se ve en algunos detalles (como ver reflejado en una ventana a parte del equipo de grabación).