El 6 de enero se celebra en algunos países del mundo, y especialmente en España, la festividad de los Reyes Magos, donde los regalos y el roscón son los protagonistas.

El poder de la ilusión

Mientras la mayor parte del mundo espera con impaciencia al Viejo Pascuero el 25 de diciembre, los niños españoles lo tienen claro: los regalos vienen de la mano de los reyes magos.

A pesar de ser España el país con una mayor tradición sobre este día festivo, no es el único en que se celebra. Países hispanohablantes como México, Argentina, Uruguay o República Dominicana comparten la tradición. En cambio, otros como Perú celebran “la bajada de reyes”, donde la familia se reúne para desmontar el belén y despedir las fiestas. En Cuba se conmemora el día conocido como “La pascua de los negros”, celebración que se remonta a la época colonial, cuando los españoles daban descanso a los esclavos el 6 de enero.

En España, la festividad comienza con las vacaciones de navidad. Durante todo el mes de diciembre se sitúan por todo el país casetas con los tres reyes sentados en sus tronos. Uno a uno, los más pequeños se van situando en las piernas de su rey favorito, Melchor, Gaspar o Baltasar, y, emocionados, les van contando si han sido buenos y que presentes les gustaría recibir.

Todo eso se acompaña de una carta a sus queridas majestades, donde la imaginación de los niños se desata y detallan sus más anhelados regalos, cada vez más dirigidos hacia juegos y dispositivos electrónicos. Y así durante todo el mes de diciembre los buzones de correos, situados específicamente para la ocasión, se van llenando de deseos e ilusiones.

La cabalgata de reyes

Pero el colofón final de tan emblemática fiesta llega la tarde del 5 de enero con la cabalgata de los Reyes Magos. Dispositivos de seguridad se reparten por toda la geografía española para recibir las magnificentes carrozas y despedir un año más la Navidad.

La cabalgata del centro de Madrid es, sin lugar a dudas, la más representativa. Un espectáculo de sonido, luces y cientos de caramelos recorrió desde la Plaza San Juan de la Cruz hasta Cibeles. Con un decorado fantasioso y casi futurista, los tres reyes magos emocionaron a familias enteras en una ciudad completamente colapsada. Este año destacó de nuevo la inclusión, ya que además de la participaron de personas con problemas auditivos y movilidad reducida, en la Cabalgata de Vallecas desfiló una artista “drag queen” en defensa de la diversidad sexual.

Lo único que no acompañó este año fue el tiempo. Pero, a pesar de la lluvia y los miles de paraguas, la magia de este especial día siguió siendo la protagonista y cientos de miles de personas invadieron el mítico paseo de la Castellana. Las carrozas repitieron otra vez, ya que, como explicó el ayuntamiento, es una iniciativa para fomentar el aprovechamiento y ahorro. La encargada de presidir el evento fue la “Estrella de Navidad”, compuesta por todas las estrellas de papel con los deseos de 6.000 madrileños. Destacó la participación por primera vez de la carroza del Teatro Real, que incluyó los elementos decorativos de las diferentes producciones de su historia, y que deslumbró a los asistentes.

La iluminación estuvo compuesta por 76 pirámides de aluminio que emplearon 450 bombillas de bajo consumo y leds, y que con el reflejo multiplicaron la luz como si hubiera 3.600 focos. La principal novedad de este año fue la luminaria en diferentes colores de los reyes, recordando el regalo que llevaron a Jesús: Gaspar en magenta por el incienso, Melchor en dorado por el oro y Baltasar en azul por la mirra.

Y llegan los regalos

La noche de reyes es uno de los días más especiales para los niños españoles, quienes apenas pueden conciliar el sueño emocionados por el día venidero. La mayoría de las familias dejan turrón, agua y pan duro para los extasiados reyes y para sus camellos, que, tras su largo viaje desde Oriente y recorrer todos los hogares del país, necesitan reponer energías.

Nervios, ilusión y felicidad son los elementos que definen este 6 de enero. Los más pequeños de la casa se levantan antes de lo habitual invadidos por los nervios, y emocionados corren a abrir los regalos que les han dejado los reyes durante la noche. Muchas son las sorpresas que deparan los paquetes cerrados, desde los más diferentes juguetes, consolas recién salidas al mercado y, para los más mayores, perfumes, ropa y aparatos electrónicos, que llenan los pies de los árboles navideños.

Pero y… ¿qué pasa con los que no han sido buenos durante el año? Los Reyes Magos de Oriente no se olvidan de ellos y tienen preparado una buena dosis carbón para dejarles. No se sabe a ciencia cierta el origen de esta tradición, pero una de las teorías es que son las cenizas del incienso y la mirra que los reyes habían regalado como ofrenda a Jesús. La leyenda cuenta que el “carbonilla”, un paje de los Reyes Magos, tenía como misión vigilar a los niños durante el año para saber si se habían portado bien y así dar el chivatazo a los reyes para que sustituyeran esos regalos por carbón.

Para poner el broche final a este mágico día, no podía faltar el dulce típico: el roscón de reyes. Este bollo circular se adorna con frutas escarchadas de diferentes sabores, y puede rellenarse con nata, crema o trufa, y suele tomarse acompañado de un chocolate caliente. Dentro se encuentra una pequeña figura de regalo, que otorgará suerte durante el año al que la encuentre. También se halla escondida en su interior un haba seca y quien la encuentre será el desafortunado que deba pagar el roscón. Y así finaliza uno de los días más especiales para los hogares españoles que cierran, un año más, a las fiestas navideñas.