En la exposición El Mito de Roma, que se exhibe en el Centro Cultural Palacio La Moneda, hay una escultura que, para los latinoamericanos, debiera resultar particularmente atractiva.

Estamos hablando de el “grupo de Mitra tauróctono”. La escultura de un metro treinta de alto por un metro treinta de ancho y 45 centímetros de profundidad, aproximadamente, representa a Mitra, dios solar de origen persa (actual Irán), sacrificando un toro, símbolo de poder y fuerza, para fecundar con su sangre a la tierra.

Se oponen a Mitra las fuerzas del mal, que tratan de evitar que la tierra sea fecundada, representadas por la serpiente y un perro, que beben la sangre del toro, impidiendo así que llegue a la tierra, y un escorpión que ataca los testículos de la bestia.

La escultura muestra la fuerza de Mitra inmovilizando al toro, la resistencia de éste como el accionar de las fuerzas del mal, todo ello en una composición armónica que combina las tensiones de la acción con el dinamismo que reflejan la capa y los pliegues de las ropas de Mitra, como la “urgencia” de la serpiente y el perro.

El “grupo de Mitra tauróctono” presenta una composición de dos triángulos o pirámides: la primera coronada en la cabeza de Mitra, cuyo rostro -idealizado, propio de un dios- está enmarcado por una abundante cabellera, como si fueran los rayos del sol. La segunda pirámide o triángulo lo forman la serpiente y el perro, teniendo en el vértice superior la herida provocada por el puñal. Es decir, se destacan el Sol y la herida de la cual brotará la sangre que fecundará la tierra, con la oposición de la serpiente y el perro.