El iraní Asghar Farhadi se llevó este año el Oscar al mejor filme habla no inglesa con The Salesman, arrebatándoselo a la favorita, la alemana Toni Erdmann (Maren Ade). La pregunta se instaló de inmediato: ¿premio político o artístico?

Farhadi ya había anunciado que no viajaría a Los Angeles (lo mismo que había hecho antes la actriz Taraneh Alidoosti) tras el “muslim ban” de Trump, que prohibía la entrada a EE.UU. a ciudadanos de una serie de países de mayoría musulmana.

No es tan desquiciado pensar que la respuesta de la Academia fuese premiar a un iraní, pero en justicia, estamos hablando de un cineasta que ha hecho una admirable y sólida carrera artística, que incluye, por lo demás, otro Oscar en 2011 por “Una Separación”

En The Salesman, Farhadi consolida su estilo y desgrana un thriller en sordina, un drama familiar de ribetes sociales y culturales, que comienza, alegóricamente, con la amenaza cierta de desplome del edificio donde viven los protagonistas.

Continua leyendo la columna de Ana Josefa Silva, en su sitio oficial