A cinco años de su estreno comercial, A Serbian Film deslumbra como una de las películas más chocantes de las que se han exhibido el último tiempo. Lo anterior se explica en reseñas y comentarios sobre la producción balcánica, que de alguna forma devela cómo se formó el universo cinematográfico de ese país.
Aquí conviven fetos muertos, líneas de sal que son inhaladas por vía nasal, tequila (que se ingiere echándose, primero, limón a los ojos), y una violencia que llega, incluso, a ser sexual.
La trama se explica así: se trata de la historia de una vieja gloria de la pornografía, un hombre legendario que se ve obligado a volver a su antiguo trabajo tras apuros económicos. En ese contexto, conoce a un nuevo director de porno, uno con una mirada artística y retorcida en extremo, con ansias de fundar una nueva tendencia en la industria, una que bautizará como “newborn porn”.
El contenido extremo de la cinta ha llevado a espectadores a dejar de verla a penas iniciado el metraje, ya sea por la violencia del guion como por sus perturbadoras escenas. Aún así, la historia esconde una paradoja: habla (también) de la rudeza de la industria cinematográfica, de los costos de ella y de cómo esta va forjando una escena y nuevos estilos.
El sitio web Cultura Colectiva cita al director del filme, Srdan Spasojevic, quien a su vez la describe como “una crítica a lo que el gobierno Serbio le ha hecho a la gente durante años. Un lugar en el que la gente está autocensurada“. Por lo mismo la respuesta, explícita y directa.
Cabe mencionar que en Serbia no existe la clasificación para las películas, detalle que el cineasta utilizó a su favor con el fin de provocar. “Nunca pensé: hagamos una película controversial, rompamos un récord. Eso no estaba en nuestra mente. Simplemente queríamos expresarnos de la forma más honesta y directa posible. Eres violado desde el nacimiento y eso no se detiene ni siquiera con tu muerte, ese era el punto de la película”.
El filme está disponible en diversas versiones en YouTube. Aquí, un adelanto del filme.
