Luego de una semana encerrado en una roca de doce toneladas instalada en el museo del parisino Palacio de Tokio, el artista francés Abraham Poincheval, de 44 años, finalmente salió de su confinamiento.

Hace 8 días, el artista había entrado en una especie de sarcófago de piedra tallado especialmente en forma de silla con una cavidad para extender los brazos y permitir algunos movimientos, la cual fue instalada en el sótano del Palacio de Tokio.

Palais de Tokyo
Palais de Tokyo

Una vez dentro, Poincheval inició entonces lo que calificó como un “viaje al interior de la piedra”, y “especie de cristalización o fosilización”.

“El corazón de la piedra fue tallada como mi silueta, un poco más grande para permitir algunos movimientos. Hay algunas cavidades a los lados para almacenar agua, para las necesidades… Del otro lado, los alimentos, esencialmente líquidos, sopas“, explicó Poincheval antes de iniciar su performance.

El artista fue filmado por una cámara infrarroja en el interior de la piedra y las imágenes fueron difundidas en un monitor que permitieron al público seguir en directo lo que sucedía.”En esta piedra viajo sin moverme, como un astronauta, un poco como en una balsa. No me siento para nada oprimido”, contó el artista el viernes por la noche.

Abraham Poincheval podía comunicarse con el exterior a través de un orificio  de su caparazón de piedra, desde donde le llegaba el eco de los visitantes del museo Palacio de Tokio.”La cosa más difícil es organizar el sueño. Nunca sé si duermo o no, es muy extraño. Tengo algo de conciencia del tiempo, en relación a la apertura del museo, ya que escucho sonidos diferentes, pero ninguna noción del día y de la noche”, contó el artista.

Los visitantes del museo, fascinados, le hablaban, le leían poemas, contaban incluso sus pesadillas. Un joven incluso tocó guitarra.

Pero este no es el primer encierro de Poincheval. Ya había pasado ocho días en un agujero debajo de una piedra de una tonelada y dos semanas en el interior de un oso embalsamado. También vivió siete días en una plataforma a 20 metros de altura frente a una estación de tren de París y remontó un río a bordo de una botella de seis metros de largo.