El famoso pasaje bíblico se traslada a Argentina, a un loteo fracasado donde el único terreno habitado lo ocupan dos hermanos –Caín y Abel- que, con visiones opuestas de la vida, lo han dividido en dos. Se los ha dejado su padre, que se fue hace 20 años…

Con una escenografía y una música mínimas, la puesta en escena se centra en los diálogos, en la palabra, y en actuaciones que rescatan mucho de lo clown.

Con gran humor, “Terrenal. Pequeño misterio ácrata” nos da una versión libre, actual, mundana, del episodio bíblico, con un Abel que quiere ser, vivir y disfrutar la vida. Caín quiere hacer, construir, medir: es el reflejo de nuestras sociedades, en lo que nos hemos transformado, en mayor o menor medida, con mayor o menor conciencia.

Escrita y dirigida por Mauricio Kartun (una referencia indiscutida del teatro argentino de las últimas décadas), “Terrenal. Pequeño misterio ácrata” introduce algunos cambios significativos a la “historia”, desde presentar un Dios “humano”, vividor, cercano y compañero de Abel, a aumentar los castigos a Caín en dos aspectos fundamentales…

Las actuaciones, notables, en el borde de lo clown, permiten que un texto muy complejo se desarrolle de manera fluida, haciéndolo aparentemente fácil. Al mismo tiempo logran desplegar una obra que tiene un planteamiento que puede ser cuestionable muchos, pero los ritmos de la obra y de las actuaciones le dan una unidad que no facilita las “interrupciones internas” del espectador.

Una obra divertida, irreverente, chispeante, que deja pensando, que sigue resonando un uno –cuestionando- pero de forma amable.

Un punto negro: la sala no estaba llena, y eso, para una obra de esta calidad, es muy lamentable.

Hoy, sábado 7, a las 20:00 horas, será la última función en el Sala Antonio Varas, en el marco del Festival Santiago a Mil 2017