Francisco Casas, que junto con Pedro Lemebel fue uno de los integrantes del ya mítico colectivo artístico “Las Yeguas del Apocalipsis”, sorprende con “Partituta” (Chancacazo Publicaciones, 2015), una intrincada novela en la que el amor, salvaje, la furia descontrolada y el erotismo, son los ingredientes de un texto intrincado y atractivo, que narra la historia de Sebastián, un atormentado compositor de renombre y la tortuosa relación que mantiene con Roma, una poetisa a quien conoce al mudarse al lado de su residencia, ubicada en una antigua casa refaccionada como loft en el Barrio Brasil de Santiago.

Casas hace referencia en el texto a los antiguos habitantes del lugar, y a espíritus de vivos como también a otros que observan desde el más allá, todas las aventuras y tribulaciones de los protagonistas.

De esta manera, el autor construye de una manera interesante, una novela en la que el tiempo y el espacio actual, en este Chile neoliberal y paraíso de intelectuales y artistas de toda clase, se establecen en un punto de encuentro entre múltiples historias transcurridas a lo largo del siglo XX.

“Al empresario lo criaron en una vieja hacienda sureña en la región de Traiguén, de los cuales fue él el único que sobrevivió. Los hermanos alumbrados no vivieron más de tres meses, eran encontrados asfixiados y retorcidos en sus cunas. (…) Pero el verdadero problema, según las machis entendidas de la zona, era que las muertes de los infantes se producían a raíz de la maldición que recibiera el progenitor, en quien caían las sospechas de haber abusado de una muchacha ciega, hija de una de las familias inquilinas del campo”. (pág. 33)

“La señora Ernestina, así la solía llamar el turco Abdala, había llegado muy joven a servir a la casa de los Achiardi (…) hablaba quechua y, según los relatos que hacía mientras cocinaba, pertenecía al señorío de Lopaca. Su familia había emigrado del altiplano a las salitreras del norte de Chile; ahí conoció a su patrona (…) El padre de Cosima Stefano Aquiardi (sic), era un migrante italiano que comercializaba telas en las oficinas salitreras del Norte Chico, negocio que decidió abandonar para trasladar a Santiago.” (pág. 60)

El lenguaje de Casas, pese a dar cuenta de una historia bien intrincada, y con pasajes que se van cruzando muchas veces entre sí, es bastante claro y rico en descripciones. Remite la vida de los personajes a otras culturas, como también hace guiños a la industria cultural chilena de manera sucinta pero acertada, a través de asertivas descripciones a distintos personajes que se dejan entrever dentro del relato, y que tienen su directo correlato en el panorama actual chileno.

“La escritora llegó acompañada de su esposo, viejo militante socialista que planeaba su campaña a la presidencia de la república, en un desesperado intento por unificar las corrientes de izquierda”. (Pág. 82)

Dado lo anterior, “Partitura” se erige como un muy bien logrado trabajo de Francisco Casas. Mención aparte es el trabajo editorial de Chancacazo. Es impresentable, que en un texto de la calidad de la novela de Casas, este plagado de faltas de ortografía, muchas de ellas, propias de un estudiante de cuarto básico. Incluso hay párrafos con las mismas palabras, escritas de manera distinta.

Si Chancacazo realmente quiere plantearse como un referente cultural del medio editorial chileno, realmente debe tomarse muy en serio su trabajo. Con errores como los que aparecen en “Partitura”, le hacen un flaco favor a textos que tienen un gran valor -como es la obra de Francisco Casas- y hacen que el esfuerzo que implica el editar un texto, se tambalee por errores mínimos, pero que empobrecen la propuesta.

Partitura
Francisco Casas
Chancacazo Ediciones
2015
ISBN 978-956-8940-59-1