Tomás Mosciatti: “Entre Tompkins y Matte…¡Tompkins, por lejos!”

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Conocí Aysén en 1980. Conocí estepas donde antes había bosques. Donde nada había crecido después de 50 años de los grandes incendios provocados por el hombre en la década del treinta. Y conocí las islas Guaitecas arrasadas por los incendios.

Douglas Tompkins protegió los bosques templados lluviosos, los últimos que quedan en Chile. Preparaba, al momento de su muerte, la donación de 400.000 hectáreas para que el Estado chileno las protegiera. Había resuelto no dejar herencia a sus hijos sino a Chile y la humanidad. Tompkins estuvo muy, muy lejos de los empresarios criollos. En este comentario, algunas reflexiones.

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Conocí Aysén en 1980. Conocí estepas donde antes había bosques. Donde nada había crecido después de 50 años de los grandes incendios provocados por el hombre en la década del treinta. Y conocí las islas Guaitecas arrasadas por los incendios.

Douglas Tompkins protegió los bosques templados lluviosos, los últimos que quedan en Chile. Preparaba, al momento de su muerte, la donación de 400.000 hectáreas para que el Estado chileno las protegiera. Había resuelto no dejar herencia a sus hijos sino a Chile y la humanidad. Tompkins estuvo muy, muy lejos de los empresarios criollos. En este comentario, algunas reflexiones.

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