En el último tiempo la Educación y su financiamiento copa todas las discusiones y debates, pero también es necesario hablar de calidad.

En el Bío Bío ya hay coordinación, a través de un encuentro entre diversas instituciones ya que el Sistema de Aseguramiento de la Calidad entra en vigor el próximo año.

En el caso de la Región del Bío Bío, la idea es trabajar sobre sus particularidades: una territorialidad dispersa y diversa, con casi un tercio de los estudiantes en condición de ruralidad, con alta vulnerabilidad como en Alto Bío Bío con el 98%.

La matrícula se concentra, en el 52% de los alumnos en establecimientos particular subvencionados y 48% en municipales, con amplia oferta de infraestructura pública y profesores que promedian los 35 años, explicó el Seremi de Educación, Sergio Camus.

El consenso está en el rol de los profesores y directores. Estos últimos se escogerán por el Sistema de Alta Dirección Pública, constituyéndose en líderes pedagógicos, pero también estratégicos, indicó el Secretario Ejecutivo de la Agencia de Calidad, Carlos Henriquez.

Coincide la ex superintendenta de Educación en Canadá, Lyn Sharrat, que hoy trabaja en la Escuela Internacional de Liderazgo de Directores de Ontario.

En su país, un profesor recién titulado gana en promedio 36 mil dólares canadienses anuales, claro, en una sociedad con un costo de vida más alto que acá, pero también con mayor protección estatal en salud y educación.

Para la experta, hay también un elemento a considerar en el foco y la forma de la educación.

Es la experiencia que quieren aprovechar en el programa Pace de la Universidad de Concepción, cuyo director Jorge Ulloa, quiere desarrollar en los 18 establecimientos con que trabajan.

Sin dejar de lado aquellos aspectos en que debe avanzar el sistema chileno, como la gestión de información, ejemplificó el Superintendente de Educación, Alexis Ramirez.

En definitiva el camino ya está trazado. El Programa de Aseguramiento de la Calidad contempla que sean las propias escuelas las que asuman sus mejoramientos, y con estrategias que estén asociadas a diagnósticos, para que efectivamente tengan algún efecto.

A la institucionalidad le cabe también la responsabilidad de aportar valor al trabajo de escuelas y liceos, en vez de burocratizar los procesos que permitan desarrollar mejoras e innovadoras experiencias. Ahora sólo basta llevarlo a cabo.