Las modernas técnicas de imagen que se usan hoy en radiología han permitido a un equipo de investigadores franceses conocer la salud de corazones enterrados hace más de 400 años. La historia y los resultados de su estudio acaban de presentarse en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica, que se celebra estos días en Chicago (EE UU).

El año pasado, miembros del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas excavaron el sótano del convento de los Jacobinos en Rennes, al noroeste de Francia, para desenterrar varias tumbas datadas entre finales de siglo XVI y principios del XVII.

Entre los objetos descubiertos en las criptas de las familias nobles encontraron cinco urnas de plomo con forma acorazonada. La sorpresa fue grande cuando dentro de cada una observaron que se conservaba un auténtico corazón humano. Un equipo multidisciplinar de radiólogos, médicos forenses, arqueólogos, patólogos y físicos se pusieron de acuerdo para analizarlos.

El equipo utilizó la imagen por resonancia magnética (IRM) y la tomografía computarizada (TC) para obtener los ‘retratos’ clínicos de los corazones. Aunque los resultados gráficos fueron impresionantes, los científicos apenas pudieron obtener información sobre el estado de salud de los corazones.

“El material de embalsamamiento lo hacía muy difícil”, explica la autora del estudio, Fatima-Zohra Mokrane, radióloga del Hospital Universitario de Toulouse, “así que tuvimos que tomar las precauciones necesarias para llevar a cabo la investigación cuidadosamente y conseguir toda la información posible”.

Urnas de plomo en forma de corazón desenterradas en el convento de en Rennes. / Rozenn Colleter/Hervé Paitier/INRAP

Urnas de plomo en forma de corazón desenterradas en el convento de en Rennes. / Rozenn Colleter/Hervé Paitier/INRAP

Los investigadores limpiaron con cuidado los corazones y retiraron las sustancias que sirvieron para embalsamarlos, replanteando la resonancia magnética y la tomografía computarizada. De esta forma, en la nueva serie de imágenes se lograron identificar las diferentes estructuras del corazón, como las cámaras, las válvulas y arterias coronarias.

Rehidratar para ver los músculos del miocardio

Además, una vez que el tejido fue rehidratado, fueron capaces de detectar mejor los músculos del miocardio mediante la MRI. Técnicas clásicas, como la disección, el estudio externo y la histología, también se emplearon para completar el examen de los tejidos cardiovasculares.

Los resultados revelaron que uno de los corazones estaba sano, pero otros tres mostraron signos de enfermedad, como la presencia de placa en las arterias coronarias. El quinto corazón se había conservado mal y, por tanto, no pudo ser estudiado.

“Dado que cuatro de los cinco corazones estaban muy bien conservados, hemos sido capaces de ver signos de afecciones cardíacas actuales, como la placa y la aterosclerosis”, destaca la doctora Mokrane.

Durante la excavación, los arqueólogos y el equipo de investigación también descubrieron algo muy curioso. Se trataba del corazón de Toussaint Perrien, caballero de Brefeillac, que había sido retirado después de su muerte y enterrado junto al cadáver de su esposa, Louise de Quengo, Señora de Brefeillac, cuyo cuerpo preservado también se encontró en el mismo sitio arqueológico.

“Este es el corazón de Toussaint de Perrien, caballero de Brefeillac, cuyo cuerpo reposa en el Salvador cerca de Carhay en el convento de los Carmelitas Descalzos que ha fundado, y que murió en Rennes el 30 de agosto de 1649″, se puede leer todavía en la urna de plomo que guarda el corazón del noble francés.

“Durante aquella época era común ser enterrado con el corazón del esposo o esposa”, aclara Mokrane, que concluye: “Esto es lo que ocurrió con uno de los corazones que hemos analizado. Un aspecto realmente romántico en los entierros“.