¿Qué pasaría si de alguna forma te alejaras del mundo durante más de 4 décadas y luego regresaras sólo para comprobar cuánto ha cambiado el mundo? Eso es lo más cercano que pudo sentir Otis Johnson, un estadounidense que fue encarcelado en 1971 a la edad de 25 años por intentar asesinar a un policía, y quien fue liberado recién este año… a los 69 años de edad.

Johnson aprendió su lección tras pasar prácticamente un tercio de vida en la cárcel, ¿pero estaba listo para volver a insertarse en una sociedad que no se había molestado en esperarlo para evolucionar?

En este video de la cadena árabe Al Jazeera, el ex convicto muestra qué cosas le impactaron más al volver a salir a las calles de Nueva York.

“En mis tiempos sólo veías gente a través de las ventanas. Nada de video”, comienza su relato.

“Comencé a ver que toda la gente hablaba sola, pero luego miré con cuidado y descubrí que tenían unas cosas en las orejas… algo que iba a sus teléfonos. iPhones o algo así les llaman. Entonces me dije, ¿qué acaso todos se volvieron agentes secretos o miembros de la CIA? Porque eso es lo único que habría podido imaginar en los 60 o 70 de alguien que caminara con cables saliendo de sus oídos. Incluso me asombró cómo es que la gente es capaz de caminar sin mirar por dónde van, porque todos van atentos a lo que sucede en sus teléfonos”, indicó Johnson.

“Lo primero que pensaba hacer al salir era una llamada. Ahora cuestan un dólar el minuto. En mis tiempos era algo así como 25 centavos. Además me di cuenta de que ya nadie los usa (los teléfonos públicos)”, agregó.

El hombre se quebró al recordar que cerca de 1998 perdió todo contacto con su familia, por lo que ya no tuvo a nadie con quien comunicarse. Pese a ello, valoró poder volver a ser libre.

“El sólo poder caminar y sentir el sol. Es fantástico”, sentenció.

Comprar comida también puede ser una labor emocionante cuando has estado encerrado por décadas. “Ahora hay toda clase de cosas locas -indicó- como esas bebidas de colores que tienen. ¿Gator-algo las llaman? Rosado, azul… estoy empezando a beberlas sólo porque se ven divertidas”.

Pero para Johnson, estar libre también significa estar solo, lo que puede ser una gran carga.

“A veces me despierto cerca de las 6 de la madrugada y como no tengo nada que hacer, voy al parque a meditar. Siento que debo dejar ir las cosas porque angustiarme o sentir enojo sólo me estanca. Hay personas que me dicen que la sociedad me debe algo por tenerme recluido todo este tiempo, pero eso no es verdad: yo le debía a la sociedad. Y no me gusta mirar al pasado sino hacerlo al futuro. Ir hacia adelante. Es la única forma de sobrevivir en esta nueva sociedad”, concluyó el hombre.