Los países de los Balcanes saludaron con prudencia el lunes la ayuda prometida por la Unión Europea para hacer frente a la afluencia masiva de migrantes que no logran contener, y que al mismo tiempo provoca querellas entre naciones vecinas.

Los dirigentes de diez Estados miembros de la UE, así como de Serbia, Macedonia y Albania se reunieron el domingo en Bruselas, donde se pusieron de acuerdo sobre un plan de urgencia que combina ayuda humanitaria a los miles de migrantes y refugiados que transitan por sus territorios, con medidas para controlar mejor sus desplazamientos en la ruta de los Balcanes del oeste.

Los países concernidos insistían el lunes en la necesidad de una puesta en marcha “completa” del acuerdo, deseosos de que cada uno, y en particular sus vecinos, hagan bien su parte del trabajo.

“Si el acuerdo es puesto en marcha completamente la situación se estabilizará de manera significativa (…) De lo contrario, si vemos que los compromisos no respetan sus plazos, Eslovenia tomará las medidas adecuadas”, comentó el gobierno de este país que, no obstante, vio un “progreso” en las conclusiones de la cumbre.

‘Señales positivas’

A su parecer, no hay mucho tiempo por delante, apenas “dos o tres días”, para ver si el contrato es respetado por todas las partes, pero ya hay “unas primeras señales positivas”: dos trenes con destino a Eslovenia fueron anunciados “a tiempo” por las autoridades croatas este lunes, en tanto Liubliana se queja regularmente de la falta de cooperación de Zagreb.

Eslovenia, pequeño país por el que transitaron más de 75.000 migrantes en diez días tras el cierre de las fronteras húngaras, advirtió la semana pasada que no excluía medidas similares. La afluencia de personas para realizar el itinerario, que parte de Turquía y pasa por Grecia hacia el norte de la UE, no cesa.

Eslovenia recibirá también un contingente de 400 guardias de fronteras para ayudar a sus fuerzas del orden.

El plan de urgencia europeo es “un paso importante en la buena dirección”, comentó por su parte la ministra del Interior austriaca, Johanna Mikl-Leitner.

Una de las principales propuestas es la de crear rápidamente centros con 100.000 plazas para acoger a los refugiados en Grecia y en los Balcanes, puesto “que no podemos dejar a la gente librada a su suerte, a dormir a ras del cielo en pleno 2015″, explicó por su lado el presidente de Comisión europea, Jean-Claude Juncker.

De estas 100.000 plazas, Grecia contará con 30.000 antes de fin de año, con la ayuda del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), y otras 20.000 en una segunda etapa.

Las 50.000 restantes se repartirán a lo largo de la ruta de los Balcanes en coordinación con la ONU, un reparto que puede conducir a nuevas transacciones laboriosas.

Por su parte, el presidente macedonio Gjorgje Ivanov advirtió el lunes que su país, etapa siguiente tras la llegada a Grecia, podría “acoger un máximo de 2.000 migrantes”, añadiendo que colabora como “país de tránsito y no en el que los migrantes se puedan quedar largo tiempo”.

En Berlín, el aeropuerto desafectado de Tempelhof, un símbolo de la Guerra Fría, recibió este lunes a sus primeros refugiados en una Alemania cuyas estructuras de acogida están saturadas.

Por la noche, varios miles de activistas del movimiento islamófobo Pegida, que encabeza el descontento contra la llegada masiva de refugiados a Alemania, volvieron a salir a las calles de Desde (este).