Dormir es uno de los placeres que más disfrutamos a diario. Por eso, a la hora de irse a la cama cada cual tiene un ritual diferente; todo con el propósito de conciliar bien el sueño y disfrutar de este momento de descanso.

Razón por la que nadie puede juzgar el comportamiento ajeno cuando caemos en los brazos de Morfeo. Sin embargo, dentro de todas estas conductas individuales que surgen al minuto que cerramos la puerta de la habitación, dejar la televisión encendida es definitivamente algo que debemos evitar.

Plano en que muchas personas que viven solas hacen de este aparato tecnológico su mejor compañero. Motivo por el cual, un mayor numero de individuos encienden el televisor sin siquiera estar frente a el, sino que solo para que éste emita un sonido que rompa el silencio presente en la casa.

Comportamiento difícil de criticar, pues cada cual es dueño de hacer lo que desee para sentirse acompañado. Sin embargo, esta conducta llega a dañar nuestra salud cuando dejamos el televisor encendido frente a nosotros mientras dormimos.

Según un estudio de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU) presentado en el último encuentro anual de la Sociedad Americana de Neurociencia en San Diego, dormir frente a la pantalla del televisor (también aplica para las computadoras, tabletas o teléfono inteligente), puede contribuir a que las personas caigan en depresiones severas.

Para emitir tal juicio, la Casa de Estudios realizó un experimento que estuvo a cargo del investigador Rand Nelson. En dicha indagación los profesionales analizaron el comportamiento de 16 hamsters mientras dormían, de los cuales la mitad durmió en absoluta oscuridad mientras los demás eran expuestos cada noche a un nivel de luz equivalente al que produce el brillo de un televisor encendido en una habitación a oscuras.

Tras un análisis de 8 semanas, los animales que nunca dormían a oscuras habían visto modificado su estado de ánimo, desarrollando depresión. Cuando los investigadores examinaron sus cerebros comprobaron que en la zona del hipocampo los animales tenían una menor densidad de vellosidades (espinas dendríticas) en las neuronas que quienes dormían sin luz. Hecho que dejaba de manifiesto que la comunicación entre sus células nerviosas se habría visto reducida.

Razón por la que es el propio experto quien tras ver los resultados sugiere que el nivel de luz óptimo que necesita el cerebro de los mamíferos para descansar es sorprendentemente bajo.

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Los investigadores asocian los efectos de la exposición a la luz a una hormona llamada melatonina, que se produce cuando el cuerpo detecta la oscuridad. Entre otras cosas, la melatonina regula el ritmo circadiano, nos ayuda a conciliar el sueño y actúa como antioxidante. Por lo que, si en el lugar donde estamos descansando hay demasiada luz, el cuerpo podría producir cantidades de melatonina inadecuadas que dañarían nuestro estado de ánimo.

Con relación al mismo tema, el medio de noticias Daily Mail publica la entrevista de un experto en el área, el doctor Dr Guy Meadows quien explica que “estamos diseñados para dormir en la oscuridad. Cuando sale el sol los receptores de luz de nuestras retinas, nos avisan que ya es hora de levantarnos debido a la inhibición de melanina en nuestro cuerpo, hormona que nos hace sentirnos somnolientos.

Por eso, al momento de irnos a la cama, la emisión de alguna señal de luz no permite que nuestro cerebro logre asimilar que es momento de dormir, haciendo que la segregación de melanina sea mínima.

Hecho que tiene grandes repercusiones al día siguiente cuando pensamos que descansamos lo suficiente, sin embargo, debido al televisor sucedió todo lo contrario. Del mismo modo, el experto sostiene a dicho medio que “cuando no logramos un estado de relajación profundo, nuestra amígdala cerebral trabaja de manera irregular, generando que nos sintamos deprimidos o de mal humor al día siguiente.