Cuando un ataque a un muñeco inflable llega a las portadas de los diarios, no es difícil anticipar nuevos vaivenes de la crisis política que sacude a Brasil.

El muñeco gigante personifica al popular ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva (2003-2010) vestido de presidiario, y se ha convertido en un símbolo de los manifestantes de derecha que intentan derribar a su sucesora Dilma Rousseff.

Una simpatizante del gobernante Partido de los Trabajadores, fundado por Lula, perforó el viernes pasado a cuchillazos el muñeco, que cuando está inflado alcanza una altura de 12 metros. Hubo titulares de prensa sobre el “atentado” y una campaña de odio en las redes sociales contra la agresora.

El incidente, aunque una anécdota secundaria en la complicada situación que vive Rousseff, va mucho más allá del muñeco.

Hace meses que el carismático Lula, de 69 años, no esconde su inquietud por la crisis que afecta al PT.

Tras afirmar que recorrerá el país en defensa del gobierno, el líder histórico del partido que gobierna Brasil hace 12 años admitió el viernes que si es necesario será candidato a la presidencia en 2018.

“Los adversarios todo el santo día están hablando de mí, y aprendí una cosa: sólo se puede matar a un pájaro si se queda quieto. Si sigue volando es más difícil. Por eso, yo volví a volar de nuevo”, afirmó Lula el sábado en un acto junto al expresidente uruguayo José Mujica.

“Ahora voy a hablar, voy a viajar, voy a dar entrevistas, voy a incomodar”, advirtió Lula.

¿Salvavidas?

Mientras, la presidenta de la séptima economía del mundo pelea contra un goteo constante de malas noticias. La última: la entrada en recesión de Brasil en el segundo trimestre de 2015, una contracción que podría alargarse al menos dos años, según analistas.

Al mismo tiempo, el histórico escándalo de corrupción que carcome a la estatal Petrobras -la mayor empresa del país- ahuyenta a los inversores, la inflación duplica la meta oficial y la tasa de desempleo marca su máximo en seis años.

Tampoco ayuda a Rousseff un Congreso convertido en un campo de batalla y un numero creciente de adversarios que piden su destitución.

Pese a que fue reelecta el año pasado con 52% de los votos, la gestión de la gobernante sólo es aprobada por el 8% del electorado.

“La presidenta Rousseff está enfrentando actualmente una gran crisis de gobernabilidad”, afirmó la unidad de análisis de la consultora BMJ (Barral M Jorge) en una evaluación de riesgos que predice una “creciente inestabilidad” hasta el final de 2015.

“La combinación de la crisis económica con la agitación política ha empujado a Brasil a una tormenta perfecta en 2015″, añadió el informe.

En este contexto, la intención de Lula de convertirse en el salvavidas de su sucesora no será una tarea sencilla.

Para David Fleischer, profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad de Brasilia, el ex gobernante siempre quiso regresar a la presidencia y prolongar el dominio del partido que cofundó.

“Ahora que Lula ve que Dilma y el PT tienen grandes problemas va a volver a hacer viajes, a dar conferencias y discursos para ‘salvar’ al partido y una posible candidatura propia en 2018″, analizó Fleischer.

“No está ahí para salvar a Dilma”, opinó.

Difícil regreso

Aun con mayor credibilidad que Rousseff, Lula ya no goza del impresionante 80% de popularidad que tenía cuando dejó el poder en 2010, y que ni el escándalo de compra de votos de legisladores de la coalición al inicio de su primer mandato -conocido como ‘Mensalao’- logró mermar.

Tras implantar con éxito ambiciosos programas sociales que sacaron de la pobreza a unos 40 millones de personas, el ex obrero metalúrgico y líder sindical culminó su presidencia con Brasil creciendo un impresionante 7,5%.

Ni Lula ni Rousseff han sido acusados en la causa del inmenso fraude a Petrobras -que sí ha salpicado a varias figuras del PT-. El ex mandatario es no obstante investigado por la fiscalía brasileña por supuesto tráfico de influencias para beneficiar al gigante de la construcción Odebrecht.

El ex presidente es un hábil político que logra aún un apoyo apasionado en el empobrecido noreste y otras zonas del país. Pero una encuesta reciente reveló que hoy perdería las elecciones ante sus posibles rivales de la derecha.

El grupo opositor Revoltados ON LINE, que describe la crispación política como una “guerra entre el bien y el mal”, planea nuevas manifestaciones este jueves en Rio y el 7 de setiembre en Brasilia.

Mientras, el futuro del controvertido muñeco inflable está en el aire, tras reaparecer en la céntrica avenida Paulista de Sao Paulo con escolta policial y generar un nuevo enfrentamiento entre partidarios y detractores del gobierno.