Una potente explosión en la ciudad antigua de Palmira, en Siria, despertó el lunes el temor de que el grupo Estado Islámico (EI) haya destruido el templo de Bel, el más importante de este conjunto arqueológico patrimonio de la Humanidad.
El 23 de agosto, estos yihadistas que ocupan amplias regiones de este país en guerra civil, destruyeron el templo de Baalshamin, el segundo más importante de Palmira.
El domingo, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), anunció que el grupo Estado Islámico hizo estallar una parte del templo de Bel.
Mohamed Hasan al Homsi, un militante anti-régimen de Palmira, también dijo que el templo había sido destruido parcialmente. “Utilizaron recipientes y barriles llenos de explosivos, preparados con antelación”.
Sin embargo, el lunes, el director general de Antigüedades y de museos en Siria, Maamun Abdelkarim, se mostró más prudente. “Según las informaciones que hemos aunado, los yihadistas del EI provocaron una explosión el domingo en el patio del templo”, pero la parte cerrada y “la columnata frontal están intactas”, declaró a la AFP.
El sitio de Palmira, situado en la provincia de Homs en el centro del país, está clasificado como patrimonio de la Humanidad. Fue conquistado en mayo por el EI, que ya ha destruido muchas joyas arqueológicas en Irak, país vecino de Siria donde también está implantado.
“El templo más hermoso”
“El patio es inmenso, tiene 43.000 m2, y los yihadistas no autorizaron al personal de los servicios de Antigüedades acercarse”, añadió.
El templo de Bel, conocido como la “perla del desierto”, es sin duda el templo más impresionante de Palmira.
“Combina de forma única el arte oriental y el arte greco-romano. Aún conserva todos los atributos de los templos antiguos, el altar, las columnas. Junto al templo de Baalbek en Líbano, es el templo más hermoso de Medio Oriente”, dijo Abdelkarim.
Su construcción inició en el año 32 d.C y tomó más de un siglo. Fue conquistado en mayo por el EI, un grupo que ha destruido ya varias joyas arqueológicas en Irak. Antes de la guerra en Siria, miles de turistas visitaban este templo cada año.
El EI considera las obras religiosas pre-islámicas, principalmente las estatuas, como idolatría.
Además de haber destruido el templo de Baalshamin, un acto denunciado por la Unesco como un “crimen de guerra”, los yihadistas del EI decapitaron el 18 de agosto al arqueólogo sirio Jaled al-Asad, de 82 años, director por 40 años del parque arqueológico de Palmira.
El EI se acerca a Damasco
En Damasco, se registraban el lunes luchas callejeras entre el EI y rebeldes islamistas, que se acercaban poco a poco al centro de la capital siria.
Hubo enfrentamientos en Qadam, un barrio del sur de la capital, en donde el grupo yihadista tomó el control de dos calles este fin de semana, según el OSDH.
“Es el punto más cercano del corazón de la capital al que haya llegado el EI”, dijo el director de esta ONG, Rami Abdel Rahman, quien dio un balance de 15 muertos el domingo en combates que obligaron a los civiles a huir.
Los yihadistas vinieron de Hajar al-Aswad, un barrio vecino, en donde están presentes desde julio 2014.
Una fuente de seguridad siria confirmó que hubo combates en esta zona. “Estamos contentos que luchen entre ellos, pero seguimos de cerca la situación para reaccionar en caso de que avancen hacia los sectores controlados por el gobierno”, dijo esta fuente a la AFP.
En otras regiones del país, el Frente al-Norsa, el brazo sirio de Al Qaeda, y sus aliados islamistas, se acercaban al pueblo chiita de Fua, después de haber tomada la localidad limítrofe de Sawaghiyé, en la provincia de Idleb (noroeste). Dos civiles y nueve combatientes de ambos bandos murieron en combates en esta localidad, según el OSDH.
Fua, Kafraya -otra localidad chiita-, y el aeropuerto de Abu Duhur, son los últimos tres puntos aún bajo el control del régimen de Bashar al Asad en esta provincia cercana a Turquía, en manos de los rebeldes.
Más de 240.000 personas han muerto desde que inició el conflicto sirio en 2011, donde los combates oponen al régimen, rebeldes, fuerzas kurdas y yihadistas en un territorio cada vez más fragmentado.
Tras haber tomado Palmira, el EI minó en junio la antigua ciudad y ejecutó en el interior y el exterior del sitio a más de 200 personas, 20 de ellas en el antiguo teatro.