La bolsa de Shanghai cerró este martes con un retroceso de 1,68% tras caer más de 5% durante la sesión y al día siguiente del desplome que condujo al gobierno a anunciar nuevas medidas para estabilizar los mercados.

El índice composite cedió finalmente 62,56 puntos, hasta 3.663 puntos.

En la bolsa de Shenzhen, segunda plaza de la parte continental de China, el índice perdió 2,24%, es decir, 48,39 puntos, hasta 2.111,70 puntos.

La montaña rusa en las plazas chinas también tuvo consecuencias en el resto de Asia, donde la bolsa de Tokio cerró a la baja de 0,10% y Hong Kong abrió en números rojos.

La bolsa de Shanghái perdió el lunes 345,35 puntos (-8,48%), hasta los 3.752,56 puntos, en la que fue su mayor caída en un día desde febrero de 2007.

El regulador bursátil chino anunció el lunes por la noche que mantendría su política de compra de acciones para intentar frenar la caída.

En los últimos días, una sucesión de malos indicadores vino a contrariar los esfuerzos del gobierno para relanzar las bolsas de la segunda economía mundial, que ya sufrieron retrocesos espectaculares en las últimas semanas.

Al contrario que en otros países, los parqués bursátiles de la parte continental de China cuentan entre sus inversores con una gran mayoría de particulares, cuyo comportamiento se considera imprevisible.

“Me deshice del 90% de mis títulos tras haber leído que los mercados iban a sufrir (todavía) una corrección”, aseguró a la AFP Ling Lihui, responsable de una oficina de estudios, que vendió sus acciones el viernes.

Aunque las autoridades chinas anunciaron la inyección de más fondos para apoyar las plazas financieras, los expertos consideran este anuncio insuficiente.

“La intervención gubernamental no bastó para detener la caída del mercado, sólo la retrasó”, comentó Castor Pang, investigador de Core-Pacific Yamaichi en Hong Kong, citado por Bloomberg.

Hasta mitad de junio, la bolsa de Shanghái había acumulado una subida del 150% en doce meses, una evolución totalmente desconectada de la economía real, ralentizada.

A partir de ese momento, las bolsas de Shanghái y Shenzhen sufrieron una fuerte corrección, perdiendo la primera un 30% en tres semanas. El gobierno reaccionó con una batería de medidas, como una línea de liquidez del banco central para estabilizar las plazas bursátiles, o la prohibición para unos 100 grandes grupos chinos de vender acciones de sus filiales en bolsa.