Una variante de la idea de la multirrealidad o mundos paralelos propone esta obra, escrita y dirigida por Cristián Ruiz (“Entre-crónicas”, “Yo, Manuel”).
Se filtra a través de las miradas de tres personas que se quieren, aunque sus percepciones y expectativas parecen distanciarlos.
Tributarios del tiempo que les tocó vivir, sus historias confluyen en un presente conflictivo y desequilibrante.
Más aún, si la obra también plantea cómo influye en sus opciones y decisiones personales lo que ocurre en el ámbito social, que el autor instala en el 2006, durante la llamada Revolución Pingüina.
Intimidad familiar
“Las dimensiones del tiempo” presenta a una mujer joven que, influida por los cambios sociales que están ocurriendo, quiere cambiar su vida.
Desea viajar a España para estudiar, trabajar y dejar para siempre la rutina de sacar fotocopias durante años, sin posibilidad de progreso.
Pero requiere de manera indispensable que su madre la apoye en dinero y se encargue del cuidado de su hijo de 10 años.
No pocas discusiones surgen entre ellas. Finalmente, la abuela acepta, mientras el niño, inquieto y algo asustado, mira y se adapta a las nuevas circunstancias, como el cambio de colegio, debido a las tomas.
Capas de la realidad
Para mostrar este hogar de mujeres solas, año 2006, la obra transcurre al interior de una escenografía sencilla y funcional (diseño integral de Gabriela Massa).
Una estructura metálica de dos pilares con ruedas y un travesaño con luces intermitentes que, en momentos, gira en su eje, sugiriendo el paso del tiempo.
Allí transcurre la ficción familiar, con las tensiones y altibajos que provoca en personas de distinta generación, un ambiente social que presiona y un proyecto de vida incierto.
Sin embargo, el director agrega un recurso teatral interesante que entrega otra mirada del mismo año 2006, pero como una dimensión distinta y paralela al relato escénico.
Hace que, en ciertos momentos, actor y actrices salgan del espacio escenográfico y dejen de interpretar a sus personajes.
Así, desde el presente, se dirigen al público comentando aspectos de sus personajes y tomando posición frente al gran tema de la educación, la movilización estudiantil frustrada o emergente, las promesas que no se cumplen, el agotamiento de las expectactivas, la radicalización de las conductas.
Como autor y director, Cristián Ruiz no hace propaganda sobre el escenario ni busca dibujar tipos humanos impecables.
Sin censurarse, pero sin exageraciones, deja que flote en escena la vida diaria, con sus emociones y razones, incertidumbres y convicciones, esas que rondan en una sociedad con visiones de futuro, al parecer, incompatibles.
De este modo, ofrece un diálogo vibrante sobre el presente histórico de nuestro país, a través de una historia, que llega con claridad, fuerza escénica, humanidad y ternura, acicateado por la potente musicalidad rockera de Alfredo Rossel.
Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista
Anfiteatro Museo Nacional de Bellas Artes. Parque Forestal. F: 2499 1600. contacto@mnba.cl. Viernes 21.00; sábado y domingo, 20.30 horas. $ 5.000, entrada general; $ 3.000, estudiantes y tercera edad. Hasta el 26 de julio.