De mi consideración, para comenzar, sólo con el afán de evitar cualquier sospecha de conspiración, le advierto que para prevenir ausencia de respuesta, dada la cantidad de desastres provocados por no respetar la naturaleza y que estas situaciones, como las siempre agotadoras tareas del Estado, la mantienen tan ocupada, haré pública esta carta abierta por la red, para que la transparencia tan esquiva en estos tiempos, no sea un vicio de quienes criticamos su falta.

Quiero – como primera cosa- coincidir con Ud. en que Chile no es un país “corrupto” ya que, como también dijo, un alto porcentaje de ciudadanos rechazamos “los abusos y privilegios conocidos en el último tiempo”. No obstante y debido a que son los detalles los que nos muestran las diferencias, creo necesario acotar que lo acertado era decir que nosotros, no ustedes, consideramos vomitivas las acciones de corrupción y tráfico de influencia de las personas ligadas o arrimadas al poder del Estado. Pero, da lo mismo, me imagino que se deben cuidar las formas y sé que otra cosa es con guitarra.

En otro pasaje de su discurso destacó que se comprometía a que su gobierno nos dejaría una democracia sólida y transparente para todos y todas. Al parecer, Ud. pretende que una vez más le confiemos nuestros sueños a los que hacen su política. Lamento comunicarle que está ante un nuevo error, porque si ya nos equivocamos tanto, todo indica que se ha hecho la luz y ahora nos dimos cuenta que ustedes que ya no saben donde comienza la mano izquierda y tienen dos derechas, solamente piensan en sí mismos. Quizá la soledad les hace eso.

En todo caso, señora presidenta, mi carta no va dirigida a evaluar su discurso y lo que nos quiso decir, ni siquiera trata sobre los mensajes sutiles que le envió al empresariado, como por ejemplo que comen y toman a cuenta de los impuestos que deben pagar, es decir que no solo reciben boletas por trabajos no hechos, sino que además celebran el numerito, se llenan y emborrachan a cuenta de todos los chilenos. Claro que bien dicho no suena tan feo, menos cuando en esas celebraciones los invitados de honor le seguían con banderas rojas o de arcoiris.

Disculpe que me desvie, pero en pedir no hay engaño, por lo que le quería solicitar que predique con el ejemplo y que haga lo que dijo en su discurso: “…la hora de la democracia. De una democracia capaz de encarar sus debilidades. La fortaleza de nuestro orden político no se medirá por la ausencia de conflictos o de errores, sino por la honestidad y valentía con que seamos capaces de asumirlos y corregirlos por vías institucionales”.

Por ejemplo, yo vivo en la región de Valparaíso y se hace urgente que como jefa de Estado ordene que los funcionarios y mandos políticos que estén al servicio de la gente y no que respalden proyectos que son, a todas luces, fraudes al fisco, llenos de irregularidades, como los que promueve la Empresa Portuaria de Valparaíso (una duda: ¿le suena Emporchi?).

Otro botoncito de lo que esperamos los porteños en coherencia a su discurso, señora presidenta, se refiere a un proyecto que hemos detenido, el malamente llamado Puerto Barón. Esta “inversión” es una mezcla de Caval y Penta, donde los involucrados son su ex ministro de Hacienda, el cuestionado Andrés Velasco; el ex canciller de Piñera, Alfredo Moreno; el ex ministro de Transportes de su primer mandato, Sergio Espejo Yaksic y Ud. misma. Sí, Ud. que firmó un decreto ley que permite la venta de hasta 30 mil metros cuadrados. Si confiamos, podríamos pensar que Ud., no sabía que el contrato decía que el valor de venta era de 2,25 UF el metro cuadrado y que su avalúo fiscal es no menos de 60 UF. En fin, sería como para creer que la alegría llegó saber que el DFL N° 144 fue derogado.

Sinceramente, espero no se incomode con esta humilde misiva, pues no es mi intención interrumpir sus quehaceres de familia y gobierno. Por acá, nosotros seguiremos ocupándonos de perseguir y complicar a los corruptos y sinvergüenzas, por las vías institucionales, a no dudar.

Tiempo tenemos y ha sido nuestro afán desde hace varios lustros este combate; sin embargo, debo reconocer que una ‘ayudita’ sería refrescante como la brisa mañanera de mi ciudad, esa que saluda a los trabajadores honestos de mi patria que salen de sus casas a ganarse el pan con lo único que tienen: convicción en su talento y capacidad.

Algo que no todos pueden sentir.

Jorge Bustos
Asesor en área laboral y consejero de la sociedad civil de Valparaíso

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