Hasta ahora no se ha oficializado, pero todo indica que la Antártida vivió la temperatura más alta de su historia en marzo, según estaciones ubicadas en esa zona del mundo.

Ocurrió durante dos días seguidos, el 23 y 24 de marzo pasado, cuando la base argentina Marambio marcó una máxima de 17,4 grados, mientras que al día siguiente en la base Esperanza, 17,5 grados, según publicó el Servicio Meteorológico Nacional de Argentina.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó -en su sitio web- haber recibido el informe meteorológico de la entidad trasandina, que de confirmarse “sería un nuevo extremo de alta temperatura para la Antártida”, que oficialmente mantiene una máxima de 15 grados en la estación de Vanda, ocurrida el 5 de enero de 1974.

Derretimiento de capas

Ricardo Jaña, glaciólogo e investigador del Departamento Científico del Instituto Antártico Chileno (Inach), comentó al diario La Tercera que las mediciones de Argentina parecen concordantes con las modelaciones que entrega a diario el Instituto de Cambio Climático de la Universidad de Maine, en Estados Unidos, que observó un ingreso de masa caliente hacia el continente blanco en esa fecha.

Ante esto, advirtió que estas temperaturas son “amenazantes en la medida que sean muy frecuentes y que tengan una extensión regional como parece ser el caso”. “Con 15°C definitivamente tienes fundimiento o derretimiento de las capas superficiales de nieve y hielo, y esto aumentaría la cantidad de agua sobre éstos dos elementos”, afirmó, agregando que es necesario verificar aquello con imágenes satelitales.

De haber derretimiento, puede haber un fracturamiento de un gran bloque de hielo, como fue el caso de Larsen B, que se desprendió tras un alza de temperaturas en 2003.

Fragmentos de Larsen B en 2005 / NASA

Fragmentos de Larsen B en 2005 / NASA

El fenómeno de todas formas es observado con atención por los expertos, puesto que el alza superó todos los pronósticos. Ello ya que la base Esperanza tuvo el día anterior una máxima de 4,7 grados, registrando 24 horas después una temperatura de hasta 17,5 grados.

Una posible explicación la da el geólogo Francisco Fernandoy, de la Universidad Andrés Bello, quien afirma que la península -que ha registrado las temperaturas más altas de la Antártida- “funciona como una trampa de la humedad y calor que proviene desde el océano. Por su posición geográfica, la península corta esta circulación atmosférica”. Sin embargo, los datos de Argentina “son extraordinarios”.