Crítica de Teatro: “Constelaciones”

Aquí todo parece ser muy convencional y típico: predomina la todapoderosa palabra, el diálogo, la reflexión, los avances y retrocesos en una relación amorosa.

Sobre el escenario circular pequeño, apenas una silla; iluminación más bien fría y funcional, mientras que en el universo sonoro predomina el monótono tic tac del reloj… para marcar el paso del tiempo.

A esto se agrega el uso esquemático en los movimientos de ambos actores, cambio rápido para, generalmente, dialogar frente a frente con un mínimo compromiso corporal externo.

Todo ocurre a través de escenas entregadas con una cadencia reiterativa, en poco más de una hora, período durante el cual se siente el crujir de algunos asientos de la sala.

Sin embargo, en “Constelaciones” queda en segundo plano aquello que parece típico o repetitivo. Esta estructura escénica es una opción para transportar un texto innovador.

Presenta el encuentro entre un apicultor tímido y una física cuántica siempre expectante, por territorios inexplorados en la relación amorosa.

Una experiencia de seducción que alude e incorpora los conocimientos y percepciones que cada uno tiene -tanto lo concreto como lo contemplativo- sin perder lo humano y apasionado de la vida.

Multirrealidad

La obra del dramaturgo inglés Nick Payne (31) se desarrolla en escenas que juegan con las leyes de la relatividad y de las probabilidades.

Es decir, muestra las variantes que una misma situación cotidiana puede tener, según cómo responda cada personaje.

A esto se debe la repetición de escenas y de textos que contienen alternativas y efectos posibles de un romance que puede avanzar, detenerse, quebrarse, retroceder o volver a empezar.

Un proceso –esto es lo importante- que nutre y forma parte de la relación afectiva, que se aleja de lo romanticón y de los prejuicios.

Que acepta situarse en el plano de lo posible, de las respuestas alteradas y contradictorias en la pareja, del riesgo, la incertidumbre y de la conciencia de la relatividad del tiempo y la coexistencia de diversas realidades, es decir, la multirrealidad y las muchas posibilidades de una relación.

Y todo en el mundo terrenal, de los cuerpos que se pueden encontrar pese a todo.

En términos generales, Francisco Pérez-Bannen (el artesano apicultor) y Fernanda Urrejola (la físico cuántica intelectual) responden bien a estas exigencias del experimentado director Víctor Carrasco (“En la soledad de los campos de algodón” “La amante fascista”) donde los matices de la voz juegan un rol fundamental.

Un montaje que muestra de que lo cotidiano tiene dimensiones estelares si se vive con los ojos bien abiertos.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

Teatro de la Palabra (Crucero Exéter 0250). F: 22732 7212. Jueves, 20:30; viernes y sábado, 21:00 horas. General $7.000; Estudiantes y tercera edad $ 3.500. reservas@teatrodelapalabra.cl. Hasta el 9 de Mayo.