Con los sangrientos atentados cometidos el viernes en Yemen, el grupo Estado Islámico desafía a Al Qaida en la lucha por ganarse a una población sunita descontenta y enfrentada a los chiitas, que controlan el poder en Saná, estiman los expertos.
Al menos 142 personas murieron y otras 351 resultaron heridas en los atentados suicidas del viernes contra dos mezquitas de Saná, frecuentadas por fieles y milicianos chiitas hutíes, que desde enero pasado controlan la capital yemení.
El grupo Estado Islámico (EI) dijo que esos atentados, los más mortíferos cometidos hasta ahora en Saná, eran apenas la “punta visible del iceberg”.
En cambio, Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA), también sunita, reafirmó que no atacaba “mezquitas y mercados” para evitar la muerte de “inocentes”.
La matanza ocurrió 48 horas después del ataque del Museo del Bardo de Túnez, con un balance de 20 extranjeros muertos, también reivindicado por el Estado Islámico, lo que hace pensar que el grupo yihadista lanzó una campaña de atentados coordinados, estiman los analistas.
Yemen, sumido en la anarquíe e inmerso en una guerra civil, está cortado en dos.
Por un lado el noreste, controlado desde de septiembre pasado por los hutíes, apoyados por Irán. Por el otro, el sudeste dominado por las fuerzas aliadas al presidente Abd Rabo Mansur Hadi, cercano a Arabia Saudita, que huyó de Saná y refugió en Adén.
En el mundo yihadista, Yemen era, hasta hace unos pocos meses, coto de caza de AQPA, con fuerte presencia en el sur del país.
El grupo Estado Islámico, que suplantó a Al Qaida en Siria e Irak, tras combates fratricidas, no tenía ninguna visibilidad en Yemen.
A pesar de los enfrentamientos entre yihadistas en Siria e Irak, AQPA había llamado en octubre pasado a los musulmanes a apoyar al EI frente a los “cruzados”, lo que fue interpretado como un signo de divisiones en Al Qaida.
En febrero, combatientes de Al Qaida de las provincias yemeníes de Dhaar y Saná juraron lealtad al jefe de EI, Abu Bakr al Bagdadi.
“Desde que las milicias hutíes tomaron el control de la capital y conquistaron una parte del país, Al Qaida perdió credibilidad, al mostrarse incapaz de defender las provincias sunitas”, explicó Mathieu Guidère, profesor de la universidad de Toulouse (Francia) y experto en islam.
Con la matanza de Saná, el grupo Estado Islámico “quiere demostrar a la base yihadista su capacidad para golpear al enemigo que considera ‘herético’ con más violencia que AQPA”, sostuvo por su parte el profesor francés de Relaciones Internacionales Jean-Pierre Filiu.
“Actualmente secciones enteras de AQPA se inclinan hacia” el Estado Islámico, dice Filiu.
Para Bagdadi “se trata de obtener, a cualquier precio, la lealtad de AQPA y absorber así a la primera generación yihadista”, agrega.
“Yemen evoluciona hacia una situación similar a la de Siria e Irak con una guerra civil confesional, que enfrenta a sunitas y chiitas”, dice Guidère.
Para el EI se trata de “defender a los sunitas contra las agresiones chiitas y extranjeras” en Siria, Irak y “ahora en Yemen”, dice el experto.
El Estado Islámico nunca ocultó su intención de extender el territorio del califato a Arabia Saudita, y Yemen, considerado como la cuna de los árabes, es un objtivo de primer orden”, explica Guidère.
“La organización continúa con su estrategia de cercar a Arabia Saudita. Tras las posiciones tomadas en el norte de la península (Irak), ahora se aproxima por el flanco sur a partir de Yemen”, agrega.
Jean-Pierre Filiu va más lejos, al decir que el grupo EI demostró “su capacidad para coordinar un vasto movimiento de expansión, primero en Libia, luego en Túnez y ahora en Yemen, sin olvidar la afiliación de Boko Haram” en Nigeria.
“Esto es el preludio al reinicio de una campaña terrorista en el continente europeo”, concluye Filiu, al analizar el desarrollo del EI en las últimas semanas.