Normalmente se puede ver en el tenis a los infaltables pasapelotas, quiénes, rápidos en su actuar, van en busca de la escurridiza esférica cada vez que termina o inicia una jugada.

Los niños, jóvenes o adultos que participan en los Grand Slam tienen a veces la suerte de conocer a los tenistas más grandes del mundo, y también pueden presenciar los partidos desde una posición inmejorable.

Pero además de los privilegios, ser un pasapelotas tiene su lado B, ya que a veces el incesante calor, como es el caso del Open de Australia, y otro tipo de percances pueden jugarle una mala pasada.

Es lo que sucedió en el partido entre Feliciano López y Adrian Mannarino por el Open de Australia, cuando el español realizó su saque y el disparo le llegó a un pobre pasapelotas donde más duele.

Ante el desafortunado golpe, el joven recogió la pelota demostrando un claro gesto de dolor, ante los aplausos del público.