El 27 de octubre pasado, un fallo del 2° Juzgado de Letras de la Serena condenó a la lsapre Cruz Blanca S.A. a pagar la suma de $30.000.000, tanto a Matías Pizarro de la Piedra como a Francisca Landea González, por concepto de indemnización de perjuicios por daño moral.

Matías Pizarro señala que los hechos se remontan a marzo de 2008, tras el nacimiento del hijo mayor de ambos, Agustín, quien sufrió una grave asfixia neonatal durante el proceso de pre-parto, a raíz de lo cual se le diagnosticó parálisis cerebral espástica severa, con daño neurológico crónico y trastorno de la deglución.

“Fue entonces cuando empezaron los abusos de Isapre Cruz Blanca al negarnos la cobertura C.A.E.C. (Cobertura Adicional para Enfermedades Catastróficas) por los 26 días que Agustín debió estar en la U.T.I. de la Clínica Alemana, a donde fuera trasladado de urgencia luego de nacer”, precisa.

Con posterioridad, agrega, por otras hospitalizaciones se les volvió a negar no sólo la cobertura C.A.E.C. sino también el acceso a los seguros complementarios contratados a través del plan de salud “y, peor aún, a las indicaciones de hospitalización domiciliaria solicitadas por los médicos tratantes”.

Pizarro relató que “el 3 de noviembre de 2008 Agustín debió ser internado en la Clínica Santa María producto de una neumonía aspirativa que lo tuvo al borde de la muerte. Los médicos condicionaron su alta al hecho de que fuera llevado a casa con los servicios de hospitalización domiciliaria que le permitieran contar con los debidos cuidados, dada su condición de gravedad”.

No obstante, dice, el 17 de noviembre de 2008 la Isapre aprobó la hospitalización domiciliaria “condicionándola a un mes y para capacitar a los familiares en la atención y cuidados. Luego autorizó ‘la cobertura de excepción’, extendiendo la hospitalización domiciliaria por otros 4 períodos sucesivos de tres meses y luego hasta junio de 2010, siempre condicionada a un auxiliar de enfermería 24 horas y oxígeno con cobertura 90% según plan de salud, kinesiterapia en plan de salud levantando el tope de la prestación”.

Pizarro dice que la primera instancia a la que recurrieron fue iniciar un juicio arbitral a través de la Superintendencia de Salud, que emitió un fallo en contra de Cruz Blanca el 29 de enero de 2010. “El juicio arbitral dice que quedó demostrado que yo tramité ante la isapre distintas solicitudes de cobertura catastrófica y de hospitalización domiciliaria y no hicieron la pega y además han seguido cometiendo errores como que este fallo del juicio arbitral se demoró 3 años y medio en ser cumplido. Además negaron que yo hubiera entregado la documentación que correspondía”.

Con estos antecedentes, decidieron luego presentar la demanda civil. “Cuando partí esto estaba súper seguro de que el juicio, al menos el de primera instancia, lo íbamos a ganar, pero no por soberbia ni exceso de confianza, sino que porque hay exceso de antecedentes en nuestro favor. Lo que nos hizo la isapre durante casi 5 años es tan impresionantemente negligente que no tenían por dónde ganar algo. Este fallo es la ratificación, es decir, ya hay dos juicios y dos fallos que dicen lo mismo”, recalcó.

No obstante, explica, “este es un tercio de la victoria”, pues luego de conocerse el fallo de primera instancia, la isapre decidió apelar. “Y ahora tenemos que esperar que el caso vaya a la Corte de Apelaciones e incluso podría llegar a la Corte Suprema”, lo que podría tardar incluso más de un año.

Recalca que lo que están persiguiendo con esta demanda no es la indemnización económica, porque “no va a haber ningún monto que realmente compense todo lo que nos hicieron, el tiempo que yo he dedicado a esto es realmente enorme y no lo he hecho con gusto”, sino por marcar un precedente y para que otras personas no vivan lo mismo.

“El monto no paga en nada todo lo que nos hicieron. (…) Esto implica una gimnasia bancaria o financiera salvaje. Ya cuando nos llegaban las facturas hubo algún momento en que era temblor y decir: ahora ¿qué viene?, ¿con qué irán a salir?”.

“El gran problema que tenemos en este país es que reclamamos con la boca y ahí queda el cuento, pero hay un proceso que hay que seguir. Yo lo fui aprendiendo en el camino”, enfatizó.