Algo tan común como caminar de la mano con tu pareja te podría costar el resto de la vida en la cárcel o morir en ciertos países de África, donde algunos gobernantes tienen una especie de guerra política contra las personas que no se guían por el patrón sexual común o masivo.
Mientras el resto del mundo avanza, existen países que presionan el tradicionalismo y lo ven como la única opción para sobrevivir ante las nuevas políticas públicas que nacen desde la comprensión de los distintos tipos de parejas en el mundo. Hace algunas semanas BioBioChile dio a conocer el caso de los homosexuales de República Islámica, donde sólo existen dos opciones: huir o cambiarse de sexo. Sin embargo, en África la condena es peor.
El fondo de África
Marc Serena es un escritor de viajes que se dedica a relatar la historia de cada país y de cada ciudad que visita. En una travesía que duró cerca de siete meses, Serena recorrió Egipto, Túnez, Argelia, Marruecos, Mauritania, Senegal, Cabo Verde, Costa de Marfil, Ghana, Camerún, Kenia, Uganda, Tanzania, Zambia y Sudáfrica para escribir lo que él llama “Un pequeño atlas de la sexualidad”, según relata el sitio de noticias VICE.
A los homosexuales, según dice el escritor, se les “considera la vergüenza nacional, terroristas que merecen sufrir la persecución”. La pena de muerte según el medio español El Diario, existe en Mauritania, Sudán, el norte de Nigeria y el sur de Somalia, donde las personas que aman o mantienen relaciones pasionales con personas del mismo sexo son condenadas por la ley.
En marzo del 2011, Roger Jean Claude Mbede (31) estudiaba en Camerún y fue condenado a tres años de cárcel por enviar un mensaje de texto a un amigo confesando su amor. ¿Los cargos? Homosexualidad y tentativa de homosexualidad.
La ugandesa Kasha Jacqueline Nabagasera, fundadora de la organización Freedom and Roam Uganda (FARUG) y premio Martin Ennals 2011 por su trabajo en defensa de los derechos humanos, explica que la “extorsión, suicidio, expulsión de las escuelas, chantaje, dificultades en el acceso a la salud, especialmente tratamiento y prevención del VIH/SIDA, violación, asaltos, repudio por parte de sus familias…” son lo deben enfrentar los homosexuales en el continente.
“Necesitamos que la gente quiera aprender, desaprender y reaprender sobre toda una serie de mitos, hechos, mentiras y verdades en torno a la homosexualidad, hay mucha ignorancia”, dice la activista. “Pero también es una cuestión de poder combinada con ideas patriarcales. Muchos creen que los gays se han convertido en mujeres y son menos hombres, o que las lesbianas son mujeres que quieren ser hombres”, agrega.
Mutilación genital y otras ilegalidades
Para la sociedad africana no es suficiente la pena de muerte o la cárcel para quienes no son heterosexuales.
Serena relata que uno de los casos que más le impactó de los cerca de 10.000 kilómetros recorridos en el continente, fue el caso de las lesbianas en el África subsahariana donde la mutilación genital femenina es habitual.
El escritor asistió a una boda clandestina entre dos hombres en Costa de Marfil. En este país los gays y lesbianas han desarrollado un nivel más marginal para comunicarse, con una jerga especial se salvan de salir del clóset en público con declaraciones que claramente les podrían costar la vida.
El caso del SMS
Roger Jean Claude Mbede conoció a su amigo en 2010 mientras cursaba un máster de filosofía en la Universidad de Centroáfrica, en Yaundé, capital de Camerún y su enamorado trabajaba para el Gobierno, que desde hace ya más de 30 años sigue siendo liderado por el presidente Paul Biya.
El trabajador público llamó a Mbede para que se reunieran, pero contestó el buzón de voz y dejó un mensaje. Se iban a reunir y en el lugar esperaban dos policías para llevarse al que luego sería condenado.
Según Mbede, todo se habría tratado de una emboscada organizada por el anfitrión luego de que éste le declarara su amor vía SMS. Poco tiempo después, el estudiante fue condenado a tres años de cárcel y a un estigma social que jamás podrá retirar de su retina: ser homosexual. La peor condena que el continente puede otorgar.
“Antes de que se revelase que era homosexual”, explica Michel Togué, abogado de Mdebe, “Roger tenía una vida normal con su entorno, pero tras su condena, esa armonía se convirtió en una discriminación salvaje y una estigmatización total”. Mdebe murió el pasado 10 de enero a los 34 años de edad a causa de una hernia no tratada, explica el diario español El País.
Mientras siguen muriendo homosexuales, mientras se siga creyendo que 20 latigazos en la vía pública es “lo mejor que le podría pasar a un homosexual en estos países”, ideas como el matrimonio entre personas del mismo sexo llegan a parecer insólitas.
En el medio oriente hombres mayores de edad, casi cercanos a la tercera edad, continúan casándose con grupos de niñas menores de edad y condenan a piedrazos a homosexuales, pero hacen la vista gorda a la pedofilia.
Sin embargo y tal como relata el diario español El Mundo, el informe Zeitgeist, que valora las búsquedas anuales de Google, ha determinado que países como Uganda, Jamaica y Ghana son quienes registran más visitas a páginas relacionadas con pornografía homosexual. Las palabras que más se buscan son: homosexualidad y porno gay.
De hecho, según relata Serena “El presidente de Gambia, Yahya Jammeh, dijo el año pasado que esta es ‘una peste’ que se debe combatir como los mosquitos que causan la malaria ‘o incluso de un modo más violento’. Robert Mugabe, presidente de Zimbabue, ha repetido varias veces que ‘los homosexuales son peores que los cerdos y los perros’. Dice que nunca le diría a su perro que es gay porque se ofendería. En Liberia hay un premio Nobel presidiendo el país, Ellen Johnson–Sirleaf y también defiende las mismas ideas”.
Algunos pastores evangélicos radicales y populistas de esos países alcanzan 150 millones de dólares en activos. Con su “trabajo” e influencia dentro de una sociedad ignorante en cuanto a materias de sexualidad, estos religiosos logran recaudar millones y algunos hasta cuentan con jet privado, como el caso del pastor David Oyedepo, cuyo patrimonio se estima en más de 140 millones de dolares.