John O´Reilly, sacerdote y líder de la congregación de los Legionarios de Cristo en nuestro país, enfrentó en un juicio oral y público, una acusación por delitos de abusos sexuales reiterados en contra de dos menores de edad. Después de varios días donde las partes y un tribunal integrado por tres jueces pudieron apreciar la prueba existente en contra del imputado, la justicia decidió absolverlo por los delitos que se le atribuían en contra una de las victimas, y condenarlo en fallo dividido por aquellos cometidos en contra de la otra menor de edad.
De esta forma se estableció que el padre O´Reilly, mientras ejercía como capellán del Colegio Cumbres, procedió a realizar acciones de relevancia y significación sexual, mediante el contacto corporal con una alumna del colegio menor de edad, consistentes en tocaciones en sus zonas íntimas, todo lo cual ocurrió en reiteradas oportunidades en los periodos que abarcaron los meses de marzo a diciembre de 2010, y de marzo a julio de 2012, específicamente los días miércoles y viernes, durante la jornada escolar. Frente a esta condena, se ha conocido en los últimos días la decisión del sacerdote de no interponer recurso alguno, bajo la excusa de que habría llegado a la convicción de que la justicia civil no existiría, reafirmando nuevamente su total inocencia.
Conformarse con una condena por reiterados delitos sexuales cometidos en contra de una niña, al interior de un recinto educacional donde él era pastor y guía espiritual, no parece consistente con el discurso de alguien que forjó su vida a partir de colocarse en una posición de superioridad moral por sobre el ciudadano común, y que es líder de una comunidad religiosa… a menos que la decisión no sea religiosa sino estrictamente mundana y en función del cálculo sobre el riesgo.