Se llaman Maxime, Hélène o David, son jóvenes comunes que se convirtieron al islam y optaron por el yihadismo, provocando el desconcierto e incomprensión de la sociedad francesa.

“No se fue para hacer daño”, afirma René, vecino y amigo de los padres de Maxime Hauchard, el francés identificado como uno de los verdugos del grupo Estado Islámico que decapitaron el fin de semana pasado a cerca de 20 prisioneros sirios.

“Era un muchacho bueno, que no causaba problemas. Ellos debieron drogarlo”, acota la esposa de René, Jeannine, al borde de las lágrimas al recordar al chiquillo que jugaba con sus nietos en Bosc-Roger-en-Roumois, el pueblo de Normandía donde residen.

Maxime, al igual que Hélène, una joven de 17 años cuya metamorfosis entre adolescente sin historia y radicalización islámica fue contada por la prensa francesa a principios de octubre, o David Drugeon, al que un dron norteamericano mató a principios de noviembre, no son sin duda representativos de la mayoría de los aproximadamente mil franceses implicados en las filiales de enrolamiento yihadista hacia Siria e Irak.

Pero, entre ellos, hay características comunes: de familia atea o católica, se convirtieron al islam siendo muy jóvenes. David se convirtió a los 13 años, Hélène, cuya madre se batió para impedir que saliera de Francia, a los 15, y Maxime a los 17.

Antes, el discurso del islam radical convencía en general a jóvenes frágiles social y familiarmente. “Hoy, ese discurso alcanza a jóvenes de familias muy diferentes”, señala la directora del Centro de Prevención de Derivas Sectarias ligadas al Islam (CPDSI), Dounia Bouzar.

Especialista de la religiosidad, Dounia Bouzar es coautora de un reciente informe sobre los jóvenes yihadistas franceses junto con un exnegociador de la policía de élite, Christophe Caupenne, y un educador, Sulaymân Valsan.

Los tres trabajaron sobre los datos relativos a 160 familias que recurrieron al CPDSI desde febrero para tratar de impedir el adoctrinamiento de sus hijos y su partida hacia Siria o Irak. El 80% de esas familias se declaran ateas, y el 67% forman parte de la clase media.

El segmento de edad más concernido es el de 15-21 años (63%), según el mismo informe, que señala que internet fue el medio de adoctrinamiento en el 91% de los casos.

Misión: enrolar a otros jóvenes

“Los ‘nuevos discursos terroristas’ afinaron sus técnicas de adoctrinamiento controlando la herramienta internet, a tal punto que logran proponer una oferta que llega a jóvenes totalmente diferentes”, afirman los autores.

La investigación reveló “cinco mitos” eficaces: el modelo de “caballero heroico” que funciona con los muchachos; la partida en nombre de una “causa humanitaria”, que toca a las jóvenes menores; el “portador de agua”, que designa a los que buscan un líder; la referencia al videojuego “Call of duty”, para los jóvenes que quieren combatir; el deseo de poderío, que atrae a personas “sin límites”.

Según cifras citadas el martes por el diario Le Monde, los “conversos” tienen un lugar creciente entre los efectivos del EI. El 23% de los 376 franceses que combaten en Siria no fueron educados en la cultura musulmana.

Jean-Pierre Filiu, especialista del mundo árabo-musulmán citado por el diario, señala que esas conversiones radicales aumentan al amparo del desconocimiento del islam.

Los jóvenes conversos tienen por misión enrolar a otros jóvenes. “Reclutan a su alrededor. Lo que hace que hoy no hay un perfil tipo del yihadista, sino una yuxtaposición de categorías diferentes”: familias ateas, católicas, musulmanas, unidas, desunidas, socialmente integradas o no, precisa Filiu.

La policía francesa anunció el lunes que investiga la posibilidad de que un segundo ciudadano francés formara parte de los verdugos del EI que aparecía en el vídeo del grupo yihadista. Se trataría de un “joven converso” de 22 años.