Cat Stevens vuelve a los escenarios sin renunciar a Yusuf Islam

Cat Stevens | Wikimedia Commons
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La leyenda del pop-folk Cat Stevens se convirtió en musulmán en 1977, se cambió el nombre a Yusuf Islam y despareció de los escenarios. Ahora está de regreso con una gira mundial y un nuevo disco.

Polémico para unos, incomprendido para otros, el cantante actuó esta semana en Londres, su ciudad natal, en dos conciertos halagados por la crítica y que han permitido comprobar que su voz, mezcla de potencia y dulzura, sigue siendo extraordinaria.

“Sienta bien estar de nuevo de gira. Soy un hombre feliz”, explicó en una entrevista con la AFP. El periplo lo llevará el domingo a Bruselas, y luego a Italia, Austria, Alemania y París, una ciudad cuya “relación amable con la vida” le influyó “enormemente”.

En todos los escenarios dedicará tiempo a su nuevo disco, “Tell’Em I’m Gone”, un trabajo de aire blues, pero dejando también tiempo a sus viejos éxitos, como “Wild World,” “Moonshadow” y “Peace Train”.

“Quiero complacer a la gente y recordarles, además, que fui yo y no Rod Stewart el que compuso la canción ‘The First cut is the Deepest’”, aseguró.

Después de Europa, irá a Estados Unidos, donde su nombre llegó a estar en la lista de quienes tenían prohibido viajar en avión después de los atentados del 11 de setiembre de 2001.

“Ahora me siento bienvenido. Irá todo bien”, afirma, antes de murmurar “espero”.

Desde su conversión al islam en 1977, Cat Stevens entró en la categoría de artistas que daban de hablar por algo más que su talento. De ahí le viene su fuerte desconfianza hacia los medios.

“Nuestras relaciones están en el filo de la navaja. Los medios siempre buscan grandes titulares. No me puedo fiar de nadie”.

Música y espiritualidad

El episodio más polémico de su alejamiento de la música fue el apoyo que dio en 1989 a la fatua, edicto religioso musulmán, pidiendo la muerte del escritor británico Salman Rushdie por su obra “Versos satánicos”, aunque más tarde dijo que había sido una “estupidez” de “mal gusto” de su parte.

“Editing Floor Blues”, una canción autobiográfica de su último disco, se refiere al episodio. Pero si se le piden explicaciones, corta en seco al interlocutor: “ese es exactamente el tipo de preguntas que quiero evitar”.

A los 66 años, Yusuf sigue cultivando su obsesión por su aspecto, reprochando al videasta de la AFP que le filme su lado malo. Pero al mismo tiempo es amable y cálido.

Su chaqueta de motorista y sus gafas de sol recuerdan a una estrella del rock, y su barba blanca le da un toque espiritual.

¿Y su identidad? Ha experimentado varios cambios, porque nació como Steven Demetre Georgiou, hijo de un griego y una sueca. Y ahora tiene dos nombres.

En su página web, en las salas de concierto o en las camisetas que se venden en el interior, aparecen por igual Yusuf y Cat Stevens.

“Evolucioné con el tiempo, pero el espíritu es el mismo. Los que vienen por Cat Stevens y los que vienen por Yusuf son igualmente bienvenidos”.

“Una parte de la comunidad musulmana me criticó por volver a tocar la guitarra. Yo mismo escribí un libro para explicar que la música forma parte de la civilización musulmana y que tenemos que recuperar ese contacto, esa visión de la vida”.

Nacido en Londres, residente en Dubai, el artista se describe como “un espejo a la vez para el mundo occidental y el musulmán”. Un único espejo, “visto desde dos ángulos ligeramente diferentes”.

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La leyenda del pop-folk Cat Stevens se convirtió en musulmán en 1977, se cambió el nombre a Yusuf Islam y despareció de los escenarios. Ahora está de regreso con una gira mundial y un nuevo disco.

Polémico para unos, incomprendido para otros, el cantante actuó esta semana en Londres, su ciudad natal, en dos conciertos halagados por la crítica y que han permitido comprobar que su voz, mezcla de potencia y dulzura, sigue siendo extraordinaria.

“Sienta bien estar de nuevo de gira. Soy un hombre feliz”, explicó en una entrevista con la AFP. El periplo lo llevará el domingo a Bruselas, y luego a Italia, Austria, Alemania y París, una ciudad cuya “relación amable con la vida” le influyó “enormemente”.

En todos los escenarios dedicará tiempo a su nuevo disco, “Tell’Em I’m Gone”, un trabajo de aire blues, pero dejando también tiempo a sus viejos éxitos, como “Wild World,” “Moonshadow” y “Peace Train”.

“Quiero complacer a la gente y recordarles, además, que fui yo y no Rod Stewart el que compuso la canción ‘The First cut is the Deepest’”, aseguró.

Después de Europa, irá a Estados Unidos, donde su nombre llegó a estar en la lista de quienes tenían prohibido viajar en avión después de los atentados del 11 de setiembre de 2001.

“Ahora me siento bienvenido. Irá todo bien”, afirma, antes de murmurar “espero”.

Desde su conversión al islam en 1977, Cat Stevens entró en la categoría de artistas que daban de hablar por algo más que su talento. De ahí le viene su fuerte desconfianza hacia los medios.

“Nuestras relaciones están en el filo de la navaja. Los medios siempre buscan grandes titulares. No me puedo fiar de nadie”.

Música y espiritualidad

El episodio más polémico de su alejamiento de la música fue el apoyo que dio en 1989 a la fatua, edicto religioso musulmán, pidiendo la muerte del escritor británico Salman Rushdie por su obra “Versos satánicos”, aunque más tarde dijo que había sido una “estupidez” de “mal gusto” de su parte.

“Editing Floor Blues”, una canción autobiográfica de su último disco, se refiere al episodio. Pero si se le piden explicaciones, corta en seco al interlocutor: “ese es exactamente el tipo de preguntas que quiero evitar”.

A los 66 años, Yusuf sigue cultivando su obsesión por su aspecto, reprochando al videasta de la AFP que le filme su lado malo. Pero al mismo tiempo es amable y cálido.

Su chaqueta de motorista y sus gafas de sol recuerdan a una estrella del rock, y su barba blanca le da un toque espiritual.

¿Y su identidad? Ha experimentado varios cambios, porque nació como Steven Demetre Georgiou, hijo de un griego y una sueca. Y ahora tiene dos nombres.

En su página web, en las salas de concierto o en las camisetas que se venden en el interior, aparecen por igual Yusuf y Cat Stevens.

“Evolucioné con el tiempo, pero el espíritu es el mismo. Los que vienen por Cat Stevens y los que vienen por Yusuf son igualmente bienvenidos”.

“Una parte de la comunidad musulmana me criticó por volver a tocar la guitarra. Yo mismo escribí un libro para explicar que la música forma parte de la civilización musulmana y que tenemos que recuperar ese contacto, esa visión de la vida”.

Nacido en Londres, residente en Dubai, el artista se describe como “un espejo a la vez para el mundo occidental y el musulmán”. Un único espejo, “visto desde dos ángulos ligeramente diferentes”.