Nigeria, el país más poblado de África, será declarado previsiblemente el lunes libre de ébola, tres meses después de que se detectara el primer enfermo, gracias a una reacción inicial eficaz y pese a un precario sistema de salud.

La Organización Mundial de la Salud se apresta a declarar el lunes el fin oficial de la epidemia en Nigeria – como hizo con Senegal el viernes – al término del periodo requerido de 42 días (dos periodos de incubación de 21 días) desde la detección del último caso.

Y sin embargo, todo invitaba al alarmismo cuando el funcionario liberiano Patrick Sawyer murió de ébola en una clínica privada cinco días después de su llegada el 20 de julio a Lagos, una megalópolis de más de 20 millones de habitantes, con hospitales públicos en condiciones precarias, sin agua corriente en su mayoría y sin médicos, en huelga para protestar por sus condiciones de trabajo.

La epidemia fue contenida rápidamente con un saldo de 20 víctimas, entre ellos ocho muertos, en este país de 170 millones de habitantes. En total, el ébola se ha cobrado 4.555 muertes en siete países.

En Nigeria, como en Senegal – donde se curó un único caso, importado de Guinea -, las claves fueron una reacción muy rápida de las autoridades y el despliegue de equipos encargados de vigilar a todas las personas que estuvieron en contacto con los enfermos.

Esta minuciosa tarea fue posible en una ciudad como Lagos gracias a un dispositivo de urgencia ya existente, destinado a la lucha contra la polio, y a los especialistas del centro estadounidense de control y prevención de enfermedades (CDC), presentes en Nigeria.

Cerca de 900 casos considerados de riesgo fueron seguidos en Lagos y Port-Harcourt, donde un colega de Sawyer, infectado, huyó, contagiando a su vez a un médico.

En total, 1.800 personas fueron movilizadas, explica el doctor Faisal Shuaib, al frente del centro operacional de emergencia contra el ébola.

La mayoría de pacientes fueron tratados desde los primeros síntomas y eso, unido a la administración de sales de rehidratación – unos 4,5 litros por enfermo -, permitió que “Nigeria tenga una de las tasas de sanación de ébola más altas del mundo”, afirma Samanthan Bolton, portavoz de la OMS.

Así, el 60% de las personas infectadas sobrevivieron, frente a menos de 30% en Sierra Leona o Liberia, los dos países más afectados.

LA AMENAZA SIGUE ALLÍ

También influyó el factor suerte, como lo fue el hecho de que Sawyer se dirigiera rápidamente a un hospital a su llegada al país, evitando así los lugares públicos abarrotados.

En cualquier caso, Nigeria se siente ahora mejor preparada en caso de que se importe un nuevo caso de ébola.

Gracias a las campañas de sensibilización de las autoridades – por radio y televisión – y a un sistema de alerta de SMS enviados por una red de informadores de UNICEF, “el nivel de concienciación de la población es elevado”, observa el experto en epidemiología Chikwe Ihekweazu.

A nivel logístico, se dispusieron “centros de aislamiento en la mayoría de Estados (…) y seis laboratorios fueron reconocidos por la OMS” para practicar exámenes de ébola, dice Shuaib.

Es importante, no obstante, que el Estado federal esté preparado para desbloquear fondos rápidamente y que se continúe sensibilizando a la población, puesto que la “amenaza sigue ahí”, según John Vertefeuille, del CDC.

En Lagos, los distribuidores de gel hidroalcohólico, un desinfectante, siguen instalados en los lugares públicos y algunos establecimientos continúan controlando la temperatura de sus visitantes cada día, pero los habitantes, tranquilizados, tienen tendencia a ser menos cuidadosos.

Pero mientras la epidemia continúe haciendo estragos en África occidental, “es todavía demasiado temprano para cantar victoria” en Nigeria, afirma el doctor Ihekweazu.