El ex jefe del Pentágono, Leon Panetta, acusó en un libro a los consejeros del presidente Barack Obama de haber impedido la concreción en 2011 de un acuerdo con Irak que habría mantenido a soldados estadounidenses en territorio iraquí.

Dejar a las tropas estadounidenses en Irak habría ayudado a contener la violencia que contribuyó al surgimiento del grupo Estado Islámico, que se apoderó después de varios meses de grandes zonas del país, dijo Panetta en su obra titulada “Worthy Fights”.

En otoño de 2011, “me parecía claro –así como a muchos otros– que la retirada de todos nuestros soldados pondría en peligro la frágil estabilidad” en Irak, escribió el exsecretario de Defensa (2011-2013), según extractos de su libro publicados el jueves por la revista Time.

“Las diferentes facciones en Irak confiaron todas en privado que querían que los soldados estadounidenses se quedaran para contener la violencia entre comunidades”, agregó.

El gobierno estadounidense tenía un margen para concluir un acuerdo pero decidió no utilizarlo, consideró el exjefe del Pentágono.

“Nosotros habríamos podido, por ejemplo, amenazar con retirar nuestra ayuda a la reconstrucción de Irak” si el entonces primer ministro iraquí, Nouri al Maliki, no quería una presencia estadounidense, afirmó.

La número tres del Pentágono, la subsecretaria de Defensa, Michele Flournoy, presentó esta propuesta, apoyada por muchos funcionarios, incluidos jefes de las fuerzas armadas.

“Pero el equipo del presidente en la Casa Blanca rechazó (la propuesta) y las diferencias se volvieron más agudas”, cuenta Panetta, quien también dirigió la CIA entre 2009 y 2011.

Flournoy “abogó por nuestra causa y los que estaban de nuestro lado vieron a la Casa Blanca muy deseosa de librarse de Irak”, escribió.

La Casa Blanca “coordinó las negociaciones pero nunca las llevó a cabo”, asegura el exsecretario. Las discusiones siguieron hasta diciembre de 2011 y las esperanzas de un acuerdo de último minuto jamás se concretaron.

“La presencia de soldados estadounidenses en Irak podría haber ayudado a asesorar a las tropas iraquíes ante el resurgimiento de Al Qaida y la violencia entre comunidades que hundieron al país”, estimó Panetta.

Ante el avance del grupo EI en los últimos meses, Estados Unidos envió 1.600 soldados a Irak para asesorar a su ejército, proteger a su personal y las instalaciones estadounidenses y coordinar los ataques aéreos contra los yihadistas.