El gobierno de Estados Unidos restó importancia este domingo a un informe de prensa que reveló que al Servicio Secreto le llevó días darse cuenta en 2011 que un hombre había disparado a la Casa Blanca cuando la hija del presidente Barack Obama se encontraba allí.
El informe, que publicó The Washington Post, apareció en medio de cuestionamientos a la agencia encargada de la protección del presidente tras una serie de incidentes, incluida la intrusión de un hombre con un cuchillo que logró saltar una reja dispuesta en el jardín de la Casa Blanca.
Mientras que Obama y su mujer se encontraban fuera de la ciudad la noche del tiroteo, el 11 de noviembre de 2011, su hija más pequeña, Sasha, estaba dentro de la Casa Blanca con su abuela Marian Robinson, informó el Post, al tiempo que la hija mayor, Malia, estaba por volver tras una noche con amigos.
Al menos siete balas disparadas desde un auto estacionado a unos 700 metros alcanzaron la residencia en el piso superior de la Casa Blanca.
Inicialmente los funcionarios del Servicio Secreto se apresuraron a responder, pero entonces recibieron una orden de un supervisor que decía “no se tiraron disparos… retírense”, informó el Post.
Tony Blinken, consejero de Obama en Seguridad Nacional, no desmintió el contenido del informe, pero insistió en que se están tomando medidas correctivas.
“El Servicio Secreto está investigando esto, y darán cada paso que sea necesario para corregir cualquier deficiencia”, dijo este domingo a CNN.
“Pongamos esto en perspectiva (…). Los hombres y mujeres del Servicio Secreto ponen sus vidas en riesgo por el presidente de Estados Unidos, su familia y los compañeros que trabajan en la Casa Blanca cada día, las 24 horas del día”, agregó.
Los disparos de 2011 fueron efectuados por Oscar Ortega-Hernandez, de Idaho, declarado culpable de intento de asesinar al presidente y condenado a 25 años de prisión.