Un violento motín en una cárcel de la ciudad de Cascavel en el estado de Paraná, al sur de Brasil, terminó la madrugada del martes con un saldo de cinco prisioneros muertos, al menos dos decapitados, y la liberación de dos agentes penitenciarios rehenes.

“Finalmente se contabilizaron cinco presos muertos y 25 heridos. De estos últimos, ocho se encuentran en estado grave y fueron llevados al hospital. De madrugada también se soltaron a los dos agentes penitenciarios rehenes después de transferir a 850 presos a otras cárceles”, dijo Elson Faxina, portavoz de la secretaría de Justicia de Paraná, a la AFP.

“Ya todo terminó, la policía entró al penal para hacer una evaluación del estado del predio”, agregó. El servicio médico legal empezaba también a trabajar en la identificación de los cadáveres.

El lunes por la tarde, policías y prisioneros firmaron un acuerdo para poner fin al motín que había iniciado el domingo por la mañana.

Los amotinados se comprometieron a soltar a los dos rehenes luego de que la policía culminara con el traslado de la mayoría de los presos a otros penales, ya que el que los albergaba fue parcialmente destruido durante la revuelta. El traslado ocurrió entre domingo y lunes.

El establecimiento penitenciario contaba con 1.038 presos, menos de su capacidad total, según información oficial.

La mañana del domingo, un grupo de presos aprovechó la entrega del desayuno para reducir a los agentes penitenciarios e iniciar una revuelta en la cárcel. Según el sindicato de agentes penitenciarios, el recinto sólo tiene capacidad para 900 presos.

Durante el motín, dos prisioneros fueron decapitados y otros dos murieron tras ser lanzados desde los techos de los pabellones por los reos amotinados, de acuerdo con las autoridades. Se desconocen por ahora en que circunstancias falleció la quinta víctima.

De acuerdo con el sindicato de trabajadores penitenciarios de Paraná, debido a la falta de inversión en el sistema de cárceles no hay profesionales ni operacionales ni técnicos, tampoco mantenimiento de las unidades en este establecimiento.

En Brasil hay actualmente 548.000 presos y hacen falta 207.000 plazas suplementarias para evitar el hacinamiento, según la ONG de derechos humanos Conectas, que trabaja en el tema carcelario.