El nivel de suicidios en el país ha experimentado un progresivo aumento, potenciado recientemente por muertes de personas jóvenes y del sexo femenino. No obstante, las cifras por género continúan siendo mayores entre los varones.

El asunto fue abordado en la sesión mensual de la Academia Chilena de Medicina por el médico psiquiatra Andrés Heerlein, miembro de número de dicha entidad, durante su exposición “Suicidio en Chile: 1990-2010″.

En cuanto a la distribución geográfica, en el período 2000-2009 la tasa promedio de suicidio fue de 11.0 por 100.000 habitantes, observándose un comportamiento disímil según la región.

Por ejemplo, la tasa de suicidios en ambos géneros en la región de Aysén fue de 15.9 por 100.000 habitantes, en la de 14.3 mientras que en la Metropolitana de 9.2.

Según el especialista, esto “revela que las tasas tienden a aumentar al acercarse a la zona sur y austral del país, lo que se ha mantenido estable con una gradiente más pronunciada entre los varones”.

En los países desarrollados, el suicidio suele concentrarse en grupos de la tercera edad (mayores de 60 años) y algo similar es lo que ocurría en Chile en la década de los ’90. Sin embargo, el panorama cambió con el paso de los años, registrando un aumento en el segmento de los menores de 20 años, lo que no se suele observar en otros países avanzados.

“En Chile tenemos un perfil aún más preocupante, debido a que en los últimos años un porcentaje no menor de la población joven ha optado por el suicidio. En el grupo de menores de 20 años se registró en 1991 una tasa de 3.2 por 100.000; luego, en el 2001 fue de 5.0 y en el 2010 aumentó a 7.0. Estamos hablando de un grupo de población infanto-juvenil que está iniciando la vida adulta, y este fenómeno probablemente ha seguido su progresión”, comentó Heerlein.

Los hallazgos encontrados en el último estudio, cuyo objetivo era analizar un resumen evolutivo de las tasas de suicidio y sus tendencias para el decenio 2000-2010, además de investigar otras variables socioeconómicas, son comparables a las de otros países reportados en la literatura científica. Los datos socioeconómicos nacionales provienen del INE, 2002.

Se estableció que no existe una correlación significativa entre el ingreso económico y el suicidio. Tampoco lo hay entre el desempleo y el suicidio en ambos géneros. Igualmente, no hay una correlación significativa entre población indígena y suicidio.

Sí existe una correlación significativa negativa entre suicidio y urbanidad. “En Chile el suicidio es un fenómeno más rural que urbano, cosa que también se observa en Austria, pero que no se da en muchos otros países desarrollados”, dijo el médico.

Asimismo, expresó que en el país se observa mayores tasas en las zonas australes.

Sobre ello, dijo que estudios previos han demostrado que alrededor del 70% de la población chilena que se suicida utiliza el método de ahorcamiento.

Lo más significativo de los hallazgos es la estrecha correlación que existe entre la latitud, la estacionalidad y el suicidio.

“No tenemos una explicación clara para este fenómeno. Al parecer, hay varios factores involucrados. Sin embargo, la hipótesis más aceptada por la comunidad científica dice relación con una particular vulnerabilidad de ciertas personas a los cambios de luminosidad solar durante los períodos de primavera y comienzo del verano en las zonas de mayor latitud (fotoperíodo)”, manifestó el médico.