El ejército ucraniano cortó este jueves el itinerario que tiene previsto tomar el convoy humanitario enviado por Moscú al bastión separatista prorruso de Lugansk, tras retomar el control de la carretera que une esta ciudad con la frontera rusa.

En un contexto de progresión del ejército ucraniano y de combates cada vez más mortíferos en las regiones prorrusas del este de Ucrania, dos líderes separatistas anunciaron su dimisión.

Las fuerzas gubernamentales arrebataron a los separatistas la población de Novosvitlivka, lo que permitió “cortar la última conexión por tierra entre la ciudad de Lugansk y otros territorios controlados por los mercenarios rusos, sobre todo el puesto fronterizo de Izvaryn”, indicó Andri Lyssenko, portavoz militar.

El convoy de ayuda humanitaria rusa, que el jueves por la tarde se encontraba, según medios locales, a unos 50 kilómetros de la frontera con Ucrania en la región rusa de Rostov, tenía previsto tomar esta ruta para acceder a Lugansk.

Una fuente administrativa local indicó a la AFP que podría intentar acceder por otro puesto fronterizo de la región de Lugansk.

Para garantizar la seguridad de la misión humanitaria, Rusia instó de nuevo el jueves a un alto el fuego “urgente” en Ucrania.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) indicó por su parte que uno de sus representantes contactó con el jefe del convoy ruso, cargado, según Moscú, con más de 1.800 toneladas de alimentos, medicamentos y generadores.

Ucrania, como algunos países occidentales, teme que el convoy ruso sirva de excusa para una intervención militar en Ucrania, escenario que Moscú califica de “absurdo”.

Tras anunciar inicialmente que impedirían el acceso del convoy a su territorio, Kiev aceptó finalmente la llegada de la ayuda, que la Cruz Roja distribuirá.

Dimisiones

El “ministro de Defensa” de los separatistas en Donetsk, el ruso Igor Strelkov, dimitió de su puesto por un “cambio de función”, anunció la página web oficial de la autoproclamada república popular de Donetsk sin precisar su nueva ocupación.

Por su parte, el líder de los separatistas de Lugansk, Valeri Bolotov, había anunciado poco antes a la televisión rusa que resultó herido y que por esa razón abandona su cargo “provisionalmente”.

El líder separatista Alexandre Borodai dimitió la semana pasada de su puesto de “primer ministro” de la región de Donetsk, donde 74 civiles murieron en los tres últimos días a causa de los combates, según la administración regional.

Al menos cuatro personas murieron en los combates registrados en el centro de la ciudad de Donetsk, donde los disparos con armas pesadas dañaron varios edificios.

En la región de Lugansk, los bombardeos mataron a 22 civiles. El ejército ucraniano había indicado previamente que llevaban a cabo una ofensiva en la parte oriental de la ciudad de Lugansk y había confirmado la muerte de nueve soldados en 24 horas.

Más de 2.000 personas murieron en los cuatro meses de conflicto, indicó el miércoles Naciones Unidas, que precisó que el número de muertos casi se duplicó en 15 días.

Según un portavoz militar, los combates más violentos se producen actualmente en Gorlivka, Krasny Luch (Lugansk) y Ilovaisk (Donetsk).

De visita en Crimea, península integrada en Rusia en marzo, el presidente ruso, Vladimir Putin, estimó el jueves que su país “no debe desconectarse del resto del mundo”, al tiempo que calificó de “caos sangriento” y de “conflicto fratricida” los acontecimientos en Ucrania.

El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, reaccionó el jueves a la declaraciones apaciguadores de Putin, a quien instó a pasar de las palabras a los actos.

“Si se trataba de un intento sincero de colaborar en el apaciguamiento de la situación, acogeré el discurso y las próximas iniciativas de Rusia con benevolencia”, indicó Rasmussen.