El presidente electo turco, Recep Tayyip Erdogan, inició el lunes una delicada transición hacia la “nueva Turquía”, tras once años como primer ministro y entre críticas de querer “presidencializar” el país.

Tras conocerse los primeros resultados de la elección presidencial, que le otorgaban una amplia victoria en la primera vuelta, Erdogan prometió ante decenas de miles de simpatizantes construir una “nueva Turquía” y reconciliar a un país dividido.

Sin embargo, la voluntad de perpetuarse al frente del país, ahora en la presidencia tras once años como jefe de gobierno, alimenta las críticas de la oposición, que denuncia su deriva “autoritaria” e “islamista”.

“Ruego a todos quienes me califican de dictador y autócrata que revisen su posición”, pidió el domingo Erdogan a quienes le acusan de querer restringir las libertades o islamizar el país.

Sin perder tiempo, el futuro jefe de Estado reunió el lunes a los dirigentes de su formación, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), para abordar la primera tarea: elegir a su sucesor al frente del partido y del gobierno antes de su investidura el 28 de agosto.

“No hemos hablado de nombres”, indicó el portavoz del AKP, Hüseyin Celik. Un congreso extraordinario el 27 de agosto proclamará al nuevo jefe de la formación islamista conservadora.

Entre los principales candidatos figuran el actual ministro de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoglu, y dos viceprimer ministros, Ali Babacan y Bülent Arinç.

Aunque el calendario le impide presentarse, el actual presidente de Turquía, Abdullah Gül, aseguró el lunes que no piensa retirarse de la política.

“Seré el presidente hasta el 28 de agosto. Tras esta fecha, considero lógico volver a mi partido”, indicó a los periodistas.

Gül, cofundador junto a Erdogan del AKP, aunque considerado más moderado, apareció estos últimos meses como un posible rival tras varios desacuerdos.

En este contexto, las negociaciones sobre el nombre del futuro primer ministro turco se anuncian complicadas, máxime cuando Erdogan mostró su voluntad de que el jefe de Estado sea quien dirija el ejecutivo.

Futuras tensiones

“La Constitución no está escrita para este tipo de ejercicio de poder”, indicó Ali Carkoglu, politólogo de la universidad Koç de Estambul, quien avanza futuras tensiones.

La actual legislación prevé que el jefe de Estado pueda convocar el consejo de ministros, aunque no puede proponer leyes ni hacer campaña en nombre de su partido. Estos dos puntos corresponden al primer ministro.

Únicamente una reforma electoral podría modificar este equilibrio. Erdogan ya intentó sin éxito la aprobación de esta reforma en 2013, al no contar con la mayoría parlamentaria necesaria.

Según los resultados oficiales publicados el lunes por el Alto Consejo Electoral, Erdogan se impuso con el 51,79% de los votos a sus rivales: el candidato conjunto de la oposición socialdemócrata y nacionalista Ekmeleddin Ihsanoglu (38,4%) y el aspirante de la minoría kurda Selahattin Demirtas (9,8%).

La tasa de participación, 74,12%, fue inferior al 89% registrado en las elecciones locales turcas en marzo.

La oposición avanza una dura batalla contra los proyectos de Erdogan de “presidencialización” del sistema político turco.

“Si la dirección de este nuevo régimen toma decisiones contrarias a la constitución, viviremos en un clima explosivo y nos dirigiremos hacia una crisis constitucional”, subrayó el editorialista del diario Milliyet, Kadri Gürsel.

“El riesgo político se mantiene alto en Turquía (…) y podría disuadir las inversiones extranjeras”, indicó el lunes la agencia de notación Fitch.

La bolsa de Estambul cayó el lunes un 2,4%, aunque en el mercado de divisas la libra turca subía ligeramente.

Los presidentes de la Unión Europea y de la Comisión Europea, al igual que Moscú y Berlín, felicitaron a Erdogan, a quien instaron a mantener un “papel de reconciliador” al frente del país.