La policía de Río de Janeiro investiga los supuestos vínculos de un futbolista del popular club Flamengo con una violenta milicia parapolicial, la mayor de la ciudad, desarticulada la semana pasada.

El mediocampista Luiz Antonio, de 23 años y titular en el partido del domingo pasado en el Maracaná, junto a su padre, Luiz Carlos Francisco, fueron llamados a declarar por la policía. La fecha aún no fue definida, según informó el lunes a la AFP la secretaría de seguridad del gobierno del estado de Río (sudeste).

El jugador estaría vinculado a una milicia -bandas criminales formadas por policías activos y/o retirados- que extorsionaba, torturaba y mataba a habitantes pobres en la marginal zona oeste de la ciudad. Al menos diez jefes de esta banda criminal fueron arrestados la semana pasada en una operación policial que terminó con 21 detenidos.

El Flamengo informó, por su parte, que se pronunciará sobre el caso cuando termine la investigación, aunque según el diario Lance, ya está estudiando romper el contrato con el jugador. Lo mismo la marca Adidas, que estaría considerando también el patrocinio del jugador.

Un exintegrante de la banda, que se describió como “mano derecha” de los jefes, dijo el domingo a la televisión Globo que un jugador -que no identificó- frecuentaba asados celebrados los fines de semana con derecho “a muchas mujeres y cerveza”.

El comisario Alexandre Capote, de la división contra el crimen organizado (Draco), indicó que se investiga un supuesto fraude del jugador con un vehículo que reportó como robado cuando en verdad se lo había regalado a un jefe miliciano.

“Se lo dio al miliciano de regalo para quedar bien con él y al mismo tiempo cometió estafa, un fraude con el fin de recibir el valor del seguro de ese carro. Fue un familiar del jugador que denunció falsamente el robo del carro”, explicó Capote a Globo.

Luiz Antonio fue el mejor jugador de la final de la Copa do Brasil 2013, que ganó el Flamengo.

Las milicias existen en Rio de Janeiro desde hace 20 años y nunca fueron combatidas anteriormente. Al comienzo, eran relativamente bien vistas por los habitantes de las favelas y barriadas pobres porque expulsaban a los narcotraficantes, para luego tomar su lugar. Pero sus métodos son tan violentos como los de los narcos.