El dirigente de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, cuyo juicio por corrupción se archivó el martes a cambio de una multa de 100 millones de dólares, dijo que es “un poco lamentable tener que pagar tanto dinero”.

“Así funcionan las cosas ahora en Alemania. Evidentemente, es un poco lamentable tener que pagar tanto dinero. Pero peor sería no tener ese dinero”, declaró el millonario británico en una entrevista que publica este miércoles el diario alemán Bild, al día siguiente de la decisión del tribunal de Munich.

“En realidad, considero que el sistema capitalista es bueno”, añade el dirigente de la F1 de automovilismo, de 83 años, que dice que no entiende que la gente diga que compró su libertad.

“Me parece que los jueces consideraron que realmente no tenían otra elección”, asegura.

También afirma que no era “divertido pasar dos o tres días cada semana en Munich” para asistir al juicio, que comenzó el 24 abril, pero reconoció que “se enamoró un poco” de la ciudad y de sus habitantes y que desea “volver pronto, quizás para la fiesta de la cerveza”, que se celebra entre finales de septiembre y principios de octubre.

A Bernie Ecclestone se lo acusaba de haber sobornado con 44 millones de dólares (31,8 millones de euros) entre 2006 y 2007 al banquero alemán Gerhard Gribkowsky, del banco público bávaro Bayern LB, con el fin de poder cerrar la venta de los derechos de la Fórmula 1 al fondo de inversión CVC Capital Partners.

El martes, el tribunal de Múnich aceptó un acuerdo que permitió la retirada de los cargos a cambio de que Ecclestone pague 100 millones de dólares (74 millones de euros), de conformidad con un artículo del código de procedimiento penal alemán que prevé este tipo de transacciones.

La prensa alemana se mostraba en general muy crítica con la decisión del tribunal de Munich, que ocupaba la primera plana de todos los diarios.

“El dinero contra la justicia. Queridos jueces, vuestra misión es buscar la verdad. (…) Habéis cerrado este caso y nadie sabrá la verdad”, consideraba Bild en su editorial.

El Süddeutsche Zeitung de Múnich calificaba este caso como “la cima en la historia reciente de la comercialización de la justicia penal”.