La moda de ir de picnic a los jardines del Louvre o a orillas del Sena para disfrutar del verano en París está generando visitantes indeseables: las ratas, atraídas por los restos de comida.
“No estamos muy lejos de los muelles del Sena. Hace calor y salen a buscar comida. Siempre y cuando no se acerquen demasiado, no me molesta”, comenta Ken, un estudiante de 22 años que está comiendo un bol de arroz en el césped del jardín de las Tullerías, al lado del museo del Louvre.
Cientos de turistas se instalan a diario directamente en el césped para comer, entre la pirámide del Louvre y los jardines del Carrousel.
Los parisinos también van de picnic. Desde hace varios años, sobre todo los fines de semana, miles de jóvenes organizan eventos informales a orillas del Sena.
A través de la redes sociales, los días de calor acuden con comida, bebidas y equipos de música e improvisan fiestas a menudo hasta la madrugada.
Pero la abundancia de desechos atrae también a las ratas, habitantes regulares de la capital francesa a pesar de los esfuerzos para eliminarlas.
Y no todos se toman con humor esta asociación de roedores y comida, digna de una irrupción en la vida real de la película de animación “Ratatouille”, que acaba de inaugurar una atracción en el parque Disney cerca de París.
“Hay muchos desechos, es bastante mugriento. Hay colillas de cigarrillos por todas partes y restos de comida”, deplora Ariane Dalle, una directora artística que trabaja cerca del Louvre y viene regularmente a comer a los jardines.
La explanada de césped adyacente al museo es uno de los lugares predilectos de los roedores porque el lugar abunda en arbustos.
Según Frédéric Devanlay, de la empresa de erradicación de ratas Avipur, “hay una proliferación de roedores desde hace ocho años” y calcula que hay dos ratas por cada ser humano en París.
Desde 2002 en julio y agosto la municipalidad de París organiza actividades de entretenimiento para intentar hacer más llevadero el verano de parisinos y turistas.
Unas 5.000 toneladas de arena traídas en barco fueron desparramadas en la vía rápida que corre a lo largo de la orilla derecha del Sena y que permanecerá cerrada al tránsito de automóviles hasta el 17 de agosto, dejando el espacio para esta playa artificial en pleno centro de la ciudad.
Conciertos, sesiones de danza o tai-chi, partidos de “beach-rugby” o “beach-volley” se organizan a diario en los 2,8 km de esta “playa”,
Este año el Louvre se asoció a la iniciativa y convirtió al túnel de las Tullerías en una sala adicional “al lado del agua” del famoso museo, con reproducciones de obras de arte.