Repercusión mundial ha causado la información de la muerte de Julio Grondona, presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) y vicepresidente de la FIFA. Es que se trata de uno de los dirigentes más importantes y con más poder del mundo del fútbol.

Grondona comenzó su carrera como dirigente en enero de 1956, cuando fundó junto a otros dirigentes el club Arsenal Fútbol Club, ubicado en la ciudad de Sarandí. Ocupó la presidencia de ese club durante casi veinte años, desde 1957 a 1976, y desde ese año hasta 1979 fue presidente del Club Atlético Independiente.

Luego, fue presidente de la AFA desde 1979 y esta semana estuvo reunido al menos en dos oportunidades con el DT Alejandro Sabella, quien decidió no seguir en su cargo como entrenador de la albiceleste que quedó subcampeona al perder 1-0 frente a la Alemania en la final del Mundial Brasil-2014.

Llegó a la titularidad de la AFA nombrado a dedo por el vicealmirante Carlos Lacoste, presidente del Ente Autárquico Mundial’78 creado por la dictadura militar (1976/83) para organizar el evento.

Desde entonces fue reelecto cada cuatro años, sobrevivió a todos los gobiernos democráticos, cualquiera fuese su signo y todos negociaron con él por el tremendo poder que tuvo y que nacía del apoyo, casi incondicional, que le dan más de 22.000 clubes de todo el país.

Durante su gestión produjo las mayores reformas de la historia del fútbol argentino y la selección Argentina obtuvo el Campeonato Mundial México-86, dos medallas de Oro en Juegos Olímpicos (Atenas-2004 y Pekín-2008) y las Copas Américas de 1991 y 1993.

Su figura siempre generó opiniones divididas, entre quienes defendieron su labor y los que criticaban su permanencia en el cargo. Un personaje de gran trascendencia en la historia no sólo del fútbol argentino, sino mundial.