Las esponjas de ducha exfoliantes son muy populares, especialmente entre las mujeres que quieren mantener una piel lisa y libre de impurezas.
Sin embargo, estos implementos son un hogar perfecto para las bacterias, según la ciencia. De hecho, un estudio publicado en el Journal of Clinical Microbiology demostró que estos accesorios de baño -especialmente los de origen vegetal, como el de la foto- pueden albergar y transmitir microorganismos como la pseudomonas aeruginosa, que puede causar enfermedades.
Esther Angert, investigadora del departamento de microbiología de la Universidad de Cornell, dijo al diario electrónico Huffington Post que en un comienzo estas esponjas suelen ser higiénicas, pero luego se convierten en un “caldo de cultivo”.
Según explica la profesional, las células muertas de la piel quedan atrapadas en los rincones de estas esponjas que quedan mojadas e inmóviles hasta el próximo uso. Esto crea las condiciones ideales para que las bacterias se cultiven, ya que hay humedad y escasa circulación de aire, mientras los restos de piel sirven como alimento para los gérmenes.
Cada vez que la esponja no se seca adecuadamente, los organismos se reproducen sin parar. La doctora en medicina de Nueva York, Michele Green, dice que las esponjas exfoliantes extienden la suciedad por el cuerpo cuando piensas que lo estás limpiando.
Además, bajo las condiciones adecuadas, estas bacterias pueden llegar a ser muy peligrosas. Por ejemplo, puedes llegar a contraer una infección por estafilococos. Aunque la piel es muy resistente a la contaminación por gérmenes; los poros abiertos, las heridas y las costras son vulnerables, dice Angert.
Si tienes alguna de éstas últimas y te pasas la esponja por el cuerpo, puedes llegar a dañar más tu piel y propiciar una puerta de entrada para estos microorganismos, según Jessica Krant, dermatóloga certificada.
Si pese a ello no quieres dejar tu esponja exfoliante, puedes seguir algunos consejos para evitar problemas.
1. Deja que se seque. Puedes dejar una ventana abierta o simplemente mantener la esponja fuera de la ducha. Además, recuerda enjuagar muy bien con jabón la esponja después de usarla.
2. Cámbiala. “Si cambia de color u olor, es hora de cambiarla por una nueva”, dice Angert.
3. Métela al microondas. De vez en cuando, mete tu esponja al microondas por 20 segundos, para alejar los microbios.
4. Blanquéala: También puedes utilizar blanqueador para eliminar las bacterias.
Pero lo ideal, dice Krant es no usarla. “Yo realmente prefiero fuertemente que mis pacientes no usen esponja ni paños en la ducha. El cuidado de la piel debe ser suave y no duro, y la gente pasa mucho tiempo limpiando y dañando la piel, alejándola de los aceites hidratantes naturales y saludables que nos impiden tener impurezas, resecamiento y escamas”, dice ella.