Milicias rivales se enfrentaban este domingo de nuevo por el control del aeropuerto de Trípoli en un contexto de lucha de influencias entre islamistas y liberales que podrían sumir a Libia en una guerra civil.
Los nuevos enfrentamientos provocaron la muerte de al menos una persona, un habitante del barrio de Qasr Ben Ghachir, cercano al aeropuerto, que falleció cuando un cohete cayó en su casa, indicaron los vecinos. Por el momento no hay ningún balance oficial de víctimas.
El aeropuerto de Trípoli está cerrado desde el 13 de julio por un ataque llevado a cabo por un grupo formado por milicias islamistas de la ciudad de Misrata, a 200 kilómetros al este de Trípoli.
Su objetivo es expulsar a las brigadas de Zenten (una ciudad a 170 kilómetros al suroeste de Trípoli) del aeropuerto, que controlan desde 2011 estas instalaciones otros lugares del sur de la capital.
“El aeropuerto fue atacado esta mañana con obuses, cohetes y disparos de tanques. Es el ataque más violento” desde que empezó la ofensiva hace una semana, dijo a la AFP un responsable de la seguridad de las instalaciones, Al Jilani al Dahech.
Varias fotos publicadas en las redes sociales mostraron un aparato de Libyan Airlines en llamas.
Los combates también se extendieron a otros lugares ocupados por los milicianos de Zenten y se oyeron explosiones en el centro de Trípoli y en la carretera que va hacia el aeropuerto, indicó un periodista de la AFP.
Estos enfrentamientos forman parte de un conflicto más amplio entre liberales e islamistas por ganar influencia en el país. También están relacionados con las rivalidades regionales entre las ciudades de Zenten y Misrata.
El jueves pasado fracasó un intento de tregua entre ambos bandos, indicó el ayuntamiento de la capital.
Desde que empezaron los combates, decenas de cohetes han sido lanzados contra el aeropuerto y han dañado las instalaciones así como una decena de aviones.
Temor a una guerra civil
Los combates hacen temer una guerra civil en un país dividido, donde todavía no se han proclamado los resultados de las elecciones legislativas del 25 de junio, que podrían ser anunciados el lunes, según la comisión electoral.
Los cálculos de los observadores otorgan más diputados a la corriente liberal que a los islamistas, lo que explicaría la ofensiva de estos últimos.
Mientras tanto las autoridades libias parecen incapaces de frenar la violencia y la semana pasada admitieron que están estudiando la posibilidad de pedir una intervención de fuerzas internacionales para restablecer la seguridad. El país está sumido en el caos desde la caída en 2011 del régimen de Muamar Gadafi.
El jueves, el ministro libio de Relaciones Exteriores, Mohamed Abdelaziz pidió en el Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York ayuda internacional para formar a sus fuerzas de seguridad y proteger infraestructuras esenciales como aeropuertos y campos de petróleo.
“Si Libia se convirtiera en un estado en decadencia en manos de grupos radicales y de señores de la guerra, las consecuencias sería profundas e irreversibles”, advirtió.
Aprovechando la debilidad de las autoridades, un general disidente, Khalifa Haftar, lanzó a mediados de mayo una ofensiva desde el este del país contra los grupos islamistas, a los que califica de “terroristas”.
Desde entonces, la ciudad de Benghazi (este) es el escenario de combates diarios entre los islamistas y las fuerzas paramilitares del general Haftar.