Uno de los cráteres dejados por los bombardeos del ejército en los sectores rebeldes de Alepo, la segunda ciudad de Siria, fue transformada por niños en una “piscina” improvisada.
En el barrio de Shar, en el este de la ex capital económica devastada por dos años de guerra, niños y adolescentes chapoteaban con alegría en un charco de agua formado en un cráter de obús, en una calle completamente devastado por los bombardeos.
Esta imagen casi surrealista ocurre cuando las temperaturas suben a los 35 grados Celsius en la ciudad, en medio de las penurias de agua y de electricidad que son frecuentes desde hace meses.
“Antes, íbamos a la piscina en el centro de la ciudad. Hoy, las piscinas son cráteres dejados por los barriles de explosivos que (el presidente Bashar al Asad) nos lanza”, afirma Abdel Kader, de 12 años, cuyo cuerpo está casi sumergido en el agua sucia.
“Hace mucho calor y no podemos dormir, ni durante el día, ni durante la noche”, explica.
Según los residentes, un barril de explosivos cayó sobre un conducto de agua y formó el charco de agua fangosa.
Mustafa, otro adolescente, se alegra de poder disfrutar el agua en la improvisada piscina. “No tenemos agua para ducharnos. A veces, venimos aquí para buscar agua”, dijo.
Desde el verano de 2012, la ciudad está dividida entre los sectores del oeste controlados por las fuerzas del régimen y los barrios en manos de los rebeldes, sometidos a bombardeos aéreos diarios que dejaron cientos de muertos este año y que han sido denunciados por la comunidad internacional.
Los rebeldes por su parte lanzan ataques con morteros contra los sectores oeste.
Recientemente, el ejército sirio avanzó en la periferia de la ciudad y la oposición temene una gran ofensiva.